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domingo, 17 de junio de 2012

EL SIGLO XXI: UN "PODER" SIN ROSTRO


Sucede que a veces, frente a lo habitual, la obligación se convierte en placer. Sucede a veces que esa lectura que empieza ya condenada por su condición ineludible, acaba por instalarse en la memoria. Una lección puede dejar huella en el carácter, en la rutina de una mañana, en la forma en qué leemos un artículo. Nada será lo mismo después de haber leído a Pasolini. Aquí dejo las conclusiones que pude sacar de su obra:

Los Escritos Corsarios es una obra que  recoge más de cuarenta artículos publicados en torno a la década de 1970. En ellos se cristaliza desde la opinión más sincera hasta la crítica más feroz. Pasolini no deja indiferente a nadie. Enjuicia a políticos, escritores, pontífices, burgueses y, en definitiva, a todos los  sectores  de la sociedad italiana de las últimas décadas.

Estos escritos  son producto de unos últimos años en que las intervenciones polémicas, entre otros aspectos, reflejan las tragedias personales de Pasolini.
Aunque como podemos ver en su artículo “Inmensidad del mundo rural” éste no lo admite, su juventud en Casarsa y,  en conclusión, aquellos años considerados por el propio autor como “edad del pan” dejaron una importante huella en sus trabajos. Esto es, si algo tiene en común toda la obra es la añoranza, e incluso nostalgia, de un tiempo pasado.

Para  desarrollar sus argumentos, el escritor defiende el lenguaje expresivo. El campo de la semiología juega un importante papel en su libro. El lenguaje de la presencia física, del comportamiento, de la acción y, finalmente, el lenguaje verbal  son los símbolos a través de los que se ha expresado el movimiento estudiantil. La transformación cultural de la sociedad, pero especialmente de la juventud, se refleja en modas internacionales tales como el rock o  los “tejanos Jesús”.

No es, sin embargo, hasta que se publica el texto de Valcarenghi cuando los jóvenes protagonistas del cambio se manifiestan por escrito, o al menos, a través de la transcripción de lo oral.
Pasolini no ofrece precisamente un criterio positivo de estos textos, si bien acepta el prólogo de Marco Pannella  como el primer manifiesto político que da nombre al fascismo, antifascismo y por ende, a los términos que trata en muchos de sus artículos.
El relato de Andrea Valcarenghi peca de superfluo, por carecer de espíritu crítico y criticar la pequeña burguesía valiéndose de sus armas. Es decir, el tono humorístico de este texto provoca contradicciones que para Pasolini solo demuestran una enorme “miseria cultural”.

El lenguaje de la presencia física, por su parte, es exhaustivamente examinado en los primeros capítulos a través del fenómeno de “los melenudos” y el eslogan. Lo que estas melenas han ido “diciendo” desde su primera aparición como minoría hasta caer en un mensaje equívoco vuelve a ser  testimonio de la nostalgia del autor. La generalización de los medios audiovisuales en la Italia de las últimas décadas supone un cambio en la forma de actuar de los jóvenes, al servicio de la economía de consumo.

Probablemente la televisión sea el principal enemigo de Pasolini  que insiste, en muchos de sus comentarios, sobre la idea de que este medio es de carácter autoritario y represivo. Más si cabe que el poder de la Iglesia o el fascismo de antaño. Así pues, convierte la revolución del sistema informativo en culpable del hedonismo de masas y la homologación de las culturas.

Estos nuevos valores crean la ruptura de los anteriores, es decir, la familia, la Iglesia y la economía paleoindustrial.

En su discurso de Castelgandolfo, ya Pablo VI hacía un análisis del problema eclesiástico desde fuera. La solución, en cambio, la proyecta  desde dentro. Esto no es válido para Pasolini que propone como alternativa  el paso de la Iglesia a la oposición, esto es, volver a los orígenes revolucionarios de la fe y luchar contra el principal artífice del laicismo que no es más que la filosofía hedonista del consumo.

Como antes se ha mencionado, este autor trata de definir la ideología fascista y la cultura de una nación. Sin embargo, la homologación interclasista, impuesta desde un “Poder” sin rostro, hace tarea imposible distinguir entre el fascista y el antifascista. La economía capitalista, una vez más, pasa  a ser el blanco de las críticas de Pasolini.

Respecto a la familia, el agente a través del cual se hace latente el cambio, ya no es el “núcleo” de la Iglesia pero, tampoco ha desaparecido.  La  disgregación del modelo familiar clásico a favor del individualismo pone también en peligro la economía capitalista. Por eso vuelve a ser una realidad sólida. El individuo por sí solo no puede cumplir con las exigencias del mercado e interesa sustituir al trabajador por el consumidor. Asimismo, el capitalismo, para funcionar, ha de valerse no solo del afán de beneficio personal, sino de una serie de valores consustanciales a la unidad familiar.
En cierta medida se tiende a vincular la aparición de nuevos valores culturales con la desaparición de los anteriores. Esto no tiene por qué ser así. Si bien la familia se ha mantenido como eje de la nueva economía, se han desarrollado nuevos modelos. Estos toman su base en los  movimientos feministas y estudiantiles de finales de los setenta que ponen de manifiesto el cambio. 

En Italia toman su inicio de forma temprana (1967) en un contexto de inestabilidad (años de plomo) donde el surgimiento de una visión individualista tuvo serias repercusiones (aparición del terrorismo, violencia callejera…) para el país.

En consecuencia el  Partido Radical, basado en la “real política”,  se declara a favor de la legalización del aborto, uno de los temas más polémicos en los que se detiene Pasolini.
Pasolini, que se revela a favor del Partido Radical en muchos aspectos, así como defiende una ideología de izquierdas, presenta en esta ocasión un razonamiento contrario a este “nuevo derecho” de la mujer.
Además de lo ya resumido  respecto al comportamiento de las masas en lo que a la libre elección  respecta, presenta una curiosa paradoja (“contra natura”) que sirve a su vez para abarcar temas como el coito o la homosexualidad. Según esto, hoy día, para garantizar la supervivencia de la especie los nacimientos no han de superar las muertes. He ahí el desinterés de la sociedad en tener  hijos.

El poder “autoritario” del consumo es culpable esta vez de crear una “falsa tolerancia” a partir de la cual aíslan el problema del aborto y garantiza una libertad sexual que pasa a ser irrenunciable.  Pasolini propone la lucha contra esta hipocresía y la difusión democrática de métodos anticonceptivos. De modo previo a la interrupción del embarazo, debe abarcarse el “plano del coito” en la política.

En conclusión podemos sostener que Pasolini  fue un periodista agresivo, que estimaba su opinión libre y profesaba como ciertas sus ideas. Era coherente porque creía en lo que pensaba, fuese o no cierto.  Pasolini parece anunciar el fin de los ideales que hasta ahora se consideraban como patrón, sin proponer alternativa. El nuevo “Poder” no tiene rostro y por tanto queda vacío de todo significado. Todo son máscaras sin una faz consistente que nos recuerdan al “crepúsculo de los ídolos” de Nietzsche. Ni siquiera el Partido Comunista Italiano, el cual considera honesto dentro de un mundo impúdico,  es para él un partido incondicional, pues éste termina por identificarse con algún poder.
Es por tanto y,  sobre todo, una crítica al Poder con mayúsculas no muy alejada del escepticismo actual. Una sociedad en que buscamos la tercera cara de la moneda, no tenemos más fe que la razón y todo vale. Una cultura donde ni la juventud sabe el significado de sus melenas.  (Teresa Velasco Castillo)



sábado, 9 de junio de 2012

Carta de ajuste

Cuando acudes más veces de la cuenta al espejo
  aun sabiéndote de memoria cada grano de tu piel.
 Cuando la vista cansada avanza a destiempo,
Y reparas en la punta de los dedos de tus pies.
Si tus  itinerarios se limitan a la cama,
 Que con aros invisibles, como lazos contagiosos
 te impiden el sueño.
 Si nunca viste  tan interesante  paisaje tras tu ventana.
Cuando las horas se acumulan en tu espalda, y los días en tus riñones.
Cuando busques el silencio en las canciones y el sosiego en las llamadas.
Si  esperas frente al televisor una cita reveladora,
Como pompas de  esperanza  que consigo traigan el conocimiento.
Si esperas con afán los resultados de otro
Y, tras conocerlos, padeces la epidemia del miedo a suspender.
Si  buscas entre libros algo nuevo que hacer.

Cuando comas sin hambre, camines absorto,
Y  cualquier palabra se magnifique en tus oídos.
Si hace más de una semana  que no cambias tu estado,
 Y has abandonado a los lectores de tu blog.
No te preocupes: ESTÁS DE EXÁMENES,
Para finales de mes todo habrá acabado…
Ánimo!