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La vida es irónica:
Se necesita TRISTEZA para conocer la FELICIDAD, RUIDO para apreciar el SILENCIO y AUSENCIA para valorar la presencia

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sábado, 24 de diciembre de 2016

Fuentes de inspiración de la filosofía

Moría de ganas por escribir un poema como este que sigue. El resultado nunca es lo esperado, pero al menos he cumplido mi propósito:


De Heráclito aprendí la estrafalaria
manera de exponer el movimiento,
de Lao Tsé a defenderme sin  las armas,
de Sócrates a caminar lento.

De Platón la inmortalidad del alma,
de Aristóteles la inmanencia de las cosas,
de San Agustín revelaciones venenosas,
de Descartes a no irme por las ramas.

De Nietzsche la osadía caprichosa,
de Kant ensortijados crucigramas,
de Marx la ignominia ignominiosa,
de Freud a dar vueltas en la cama.

De Locke a actuar con tolerancia,
de Hegel a enclaustrar viejas etapas,
de Wittgenstein el amor por la palabra,
de Ortega a salvar mi circunstancia.

De Moore a hacer más simple nuestro habla,
de Lacan el estadio del maldito espejo,
de Chomsky la amanita de los medios,

De Saint- Exupéry que envejezco sin remedio.



Teresa Velasco Castillo

martes, 20 de diciembre de 2016

Respondiendo a Mariángeles Aguilar



Bueno, ya hace unos días de esta pregunta que a través de Facebook se planteaba mi amiga. Hoy por fin puedo hacer algo parecido a una respuesta: 

¿Qué es el amor en su sentido más abstracto? ¿Hay un estado de peligro y un estado de bienestar?

El amor en su sentido más abstracto es un ave rapaz como el azor o el gavilán. Personalmente, yo lo entiendo como el halcón que se eleva, una vez muere, para posarse en el Árbol del Paraíso, o estado de bienestar por el que me preguntas.
El halcón se representa en las artes suntuarias andalusíes, asociado al jinete y a su caballo o cabalgando sobre éste último sin ataduras humanas. Es, por todo ello, el amor más puro a la naturaleza color malva que hemos oscurecido con eufemismos del amor en su no sentido más profundo.
El amor en su sentido más abstracto no puede ser sino ansias mullidas fluyendo por la sangre de la bella y la bestia que llevamos por dentro.
Es la génesis de ciertos elementos únicos entre enjambres de sueños que retuercen las alas de las gaviotas que se empeñan en sustentar su vuelo sin batidas. Pero nunca es estático. El viento matinal a veces se estremece y forja las pesadillas que retiran el sentido original de la palabra. Bajo el peso del cuerpo áspero y torpe empezamos a creer en un estado de bienestar físico y olvidamos que el amor siempre oscila más inclinado hacia la metafísica. Por eso solo puede conocerse el estado de peligro: la unión del hombre y su adicción.
El amor sufre cuando sentimos especial interés por la caza de su esencia, así como los musulmanes lo sentían con la caza de aves nobles. Solo lo haremos cognoscible en el poema revelado de la sombra en la tranquila noche.
 Nadie me entiende si digo que del verano amo la tormenta, que de la muerte es morir lo que menos me preocupa, que del silencio solo espero la parte incómoda y el duelo. Nadie me cree si digo que mi mayor amor nunca fue correspondido y que de aquellos que en el sentido convencional del amor me corresponden apenas he querido por momentos a algún hombre.

Así que no espero responder a tu pregunta, como no creo que ningún científico termine de aceptarse en su teoría. Todo queda sujeto a revisiones, salvo las médicas que nunca me gustaron.  Si tengo que morir de amor, no necesito anestesias. 



Teresa Velasco Castillo

sábado, 3 de diciembre de 2016

El ministerio de la noche


Noche de lluvia y poesía ¿se puede pedir más?


La noche aún no aparece en su gloria arquitectónica,
hallazgos numismáticos y epigráficos del astro celeste.
La noche se afirma en la laguna bibliográfica y agreste
del que quiso sublimar su instinto desde el relámpago
veloz de la idea

Es un fenómeno común y extraño, madre y maestra.
Bitácora de brújula sin destino
que a todas circunstancias conduce.
Ligera y salvaje como la marea espumosa
que ha robado la luz de las estrellas medievales.

Y tiene algo de andaluz, un origen califal, un acento nebuloso,
un lienzo y contrafuerte de alargadas verdugadas de ladrillos
y sillares. Sin duda más prolífica en calidad que el día
y más profunda y rencorosa que la luz de las grandes auroras.

La noche se repite en diferentes zonas:
Con distinta inclinación, la luna es la única inscripción que aparece.
La espero para que el miedo se apodere de mis manos
y escriban con los grandes sueños que solo la muerte anuncia.

Ahora sus marcas son muy finas, apenas visibles y esquemáticas,
pero sé que si la espero, calzará las calles mientras los aprendices
de manos de maestros y oficiales se mojan con la lluvia

y se forjan en las fraguas de su oscuro ministerio.


Teresa Velasco Castillo

viernes, 2 de diciembre de 2016

Contusiones

No hay azar en las contusiones en torno al yo simbólico de mi texto. Si a pesar de mi empeño por ser metáfora y no símbolo precario del poema, mis palabras se quedan en lo estético, hipócritamente expuesto como objeto de arte, no habré cumplido mi fin.
No se trata de ofrecer pomada a la escara fatal que recoge los ensayos de mi corazón, ni de señalar La puerta del infierno que me acoge los días de lluvia. Por doquier hemos visto, que los golpes intensos se escriben con permanente en los pergaminos del alma.
Es probable, por tanto, que tenga más años de los que ustedes se piensan, y que las imágenes relativas a la luz de mis párrafos distingan el final del ciclo de Sol del verano. Queda un invierno largo y lleno de incertidumbre, no necesariamente frío, solo resquebrajado en verificación de impotencia de no saber qué hacer para tenerte cerca.
Y he aquí el motivo de mi fatal desencuentro con el diccionario. Luce el astro siniestro con desprendimiento de sueños prematuros, heridas contusas de borde irregular y vísceras del día después. Tres síntomas se localizan al margen de los órganos lesionados:
  •           Sigues ignorando lo que mi declaración suicidada ejerce sobre el desorden de tu vida resuelta. La “divina pelea” que decía Pemán va camino de resolverse en la indiferencia depresiva, en el umbral de la decepción, en la hemorragia babeante y obscura de un atardecer en otoño.
  •           Factor individual de sensibilidad que no he dejado de intentar advertir con mi desacertado uso de la diéresis, sinéresis y pausa interna de los miembros afectados por tu descuidado encanto.
  •           Velocidad de producción de la herida relativa a la admiración que te siento aunque suene fanático.

A día de hoy, las células dañadas producen la fibrina de mis versos y siento escalofríos por no añadir más correcciones a mi intención única de sentar cabeza. Mis arrebatos han coagulado para proteger el original Volupté por el que sigue valiendo la pena esperar a la noche del sábado y aunque no te deguste sin intermediarios, lo hago en otros labios mediante mis propias técnicas de recodificación y delectación de excesos silábicos.

Estoy aprendiendo que esta forma de enloquecimiento sin ilusión es la mejor forma de vivir y dejarse morir lentamente. La realidad no son sino sublimaciones de todo lo anterior anexo al dolor con que Dios pone el precio de su paraíso terrenal. 



Teresa Velasco Castillo