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La vida es irónica:
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jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Qué tipo de empresa es mi amor?


¿Quién dijo que mezclar ideas no servía para estudiar? Llevando la contraria, esta noche, en a penas media hora, he "parido" un poema con forma jurídica indeterminada, pero una consolidada idea de amar por amor al arte de amar. 


Mi amor no tiene forma jurídica ni barreras de entrada.
A veces pide limosna a sociedades anónimas con la mira
de reinvertir en su empresa de limpieza de la vida.
Mi amor está en desuso por responsabilidad ilimitada.

El capital está dividido en versos, aunque a veces,
se da a la prosa y sus párrafos hacen párpado oscuro
tus ojos alícuotas de sueños, río de peces de ciudad,
verano puro de vida que pregona las sombras de mi pelo.

Toda su tierra tributa a la hacienda de los pobres,
sobre impuestos de renta para deseos impresos.
Se revisan las cuentas de tarde en tarde, por las puertas
pidiendo besos para presos políticos sin sobres.

Mi amor no tiene escrituras, es la escritura en sí.
Sus órganos de gobierno son los cinco grandes dioses
que en el hombre reinan:
La vista limitada en cada vena que porta su sangre,
El tacto sin prisa ni deseos de la punta de tus dedos en mi costado.
El oído late despacio, progresivamente tanteando la compraventa
Del negocio a un tercero.
La inflación de las estrellas, el vaivén de los vientos a mi olfato,
Y ese gusto por repetirte en mi régimen societario.

Teresa Velasco Castillo





jueves, 10 de noviembre de 2016

Frente de toro

El malditismo paródico  y tardío de Trump ha sabido aprovechar la oportunidad para insertarse en la coyuntura de la reproducción mediática sin mediación, de un espectáculo que vacila entre el pecado de ayer y la tristeza de hoy.

Es lo que se llama sociedad del espectáculo, caracterizada por su cualidad sensorial, abarcante y de inmersión, así como por facilitar el sedentarismo ya no solo a nivel físico, sino a nivel psíquico, intelectual y emocional. Un cúmulo de circunstancias demográficas que descansan sobre la cama del sensacionalismo y la política del populismo nauseabundo.

¿Quieren análisis?, ¿quieren conocer la prospección futura de sus decisiones? Lean. No dejen que el capital transforme la realidad en tragicomedia barata y sabrán ubicar con precisión la radical inutilidad de todo en todas las esferas de una sociedad siempre al borde del colapso.
Dejen de dar las cosas por sentadas, como si éstas no tuvieran un referente. Dejen de asentir ante el sujeto omitido y completen su análisis sintáctico saliendo a la calle. Dejen que el tiempo haga su trabajo y no le culpen por sus cicatrices: usted se provocó la úlcera, no los años. El tiempo no borra las formas, ni avanza más deprisa que hace un siglo ¿o va a tener Internet la culpa de que usted vote al más “simpático” de los candidatos?

Es lo que en su día ilustra el propio Baudelaire con una anécdota; una prostituta, de las que cobran cinco francos, le acompañó al museo del Louvre, pero delante de las estatuas desnudas, se tapaba los ojos escandalizándose con rubor. Al final, incluso, hubo un tal Steinkerke que  se dedicó a cubrir las desnudeces con hojas de parra. Nosotros lo hacemos ahora con eufemismos y planos contrapicados.
Ha cundido, como el pánico, la estupidez del momento. El arte de provocación Trumpiano logra su efectividad porque enfrenta con hipérbole misógina a la sociedad rural contra los condados que albergan las tres grandes universidades estadounidenses.

Que cada uno asuma la culpa de su voto y su silencio y dejen de poner hojas de parra a los errores cometidos y de soñar con lo siempre imaginario: despertar será más agonizante aún si se revisa la “realidad” anhelada. Ya lo decía Arthur Gordon Pym, el héroe de Poe, el fin de todo no es un momento doloroso que hay que sufrir, sino un estado permanente, al menos hasta las próximas elecciones.  



Teresa Velasco Castillo