Han sido muchos los pensadores, intelectuales y profesores
que han vertido sus esfuerzos en el género del ensayo. Aspectos de toda índole se han incluido en las
distintas obras que recoge nuestra historia, si bien lo más probable es que actualmente sea Fernando
Savater el ensayista de mayor reconocimiento en nuestro país.
Savater es autor de alguna novela (Caronte aguarda) y de alguna pieza dramática. Es, en cambio, su labor en el campo del ensayo, reconocida con premios como el de Anagrama, la que no tiene desperdicio.
La entrada de hoy, por tanto, pretende un comentario crítico
del siguiente fragmento de Ética para
Amador , su obra de mayor éxito;
Pero estudiemos un poco más de cerca lo que hacen esos que llamamos “malos”
, es decir los que tratan a los demás humanos como enemigos en lugar de
procurar su amistad. Seguro que recuerdas la película Frankenstein,
interpretada por ese entrañable monstruo de monstruos que fue Boris Karloff (…).
Bueno, pues en la novela de Mary W.Shelley en la que se basa la película, la
criatura hecha de remiendos de cadáveres hace esta confesión a su ya
arrepentido inventor: “Soy malo porque soy desgraciado”.
Tengo la impresión de que la mayoría de los supuestos “malos” que
corren por el mundo podrían decir lo mismo cuando fuesen sinceros. Si se
comportan de manera hostil y despiadada con sus semejantes es porque padecen la
mayor desgracia de todas, la de verse tratados por la mayoría sin amor ni
respeto, tal como le ocurrió a la propia criatura del doctor Frankenstein, a la
que solo un ciego y una niña quisieron mostrar amistad. No conozco gente que se
mala de puro feliz ni que martirice al prójimo como señal de alegría. Todo lo más,
hay bastantes que para estar contentos necesitan no enterarse de los
padecimientos que abundan a su alrededor y de alguno de los cuales son
cómplices. Pero la ignorancia, aunque esté satisfecha de sí misma, también es
una forma de desgracia.
Fernando Savater, Ética para Amador,
Ariel.