La escuela, la familia y los amigos, a menudo son los que más nos enseñan de la vida. Pero ante todo la poesía es quien otorga la conciencia sobre la responsabilidad de jugar con las palabras...
Sobre el cuerpo de mi escritura
Hago mío el calor, de aquel que en condición
De lector esté dispuesto a servirme de luz guía
En las veintiocho letras del alfabeto.
Que no permitan sus ojos pasar por alto los límites
Ni dejen solos los cuerpos al compás de la obra
La palabra que más importa, a menudo sobra
La palabra más efímera, a menudo se ausenta
Exenta de sombras, sobrada de dudas
Con la luz primera de la temprana lectura.
Que no profane la autoridad que me otorga su sabiduría
Que entre cada silencio, de cada palabra
Hay más filosofía que en todo lo que enciende mi locura.
Aún me queda mucho que aceptar de este contrato
Proceso de serenidad que entre Castilla y Prosas profanas
Cantan a la vida y la esperanza en el punto de partida
Que iniciado en Azul
culmina,
en la máxima
expresión del antojo de mi lengua castellana.
Teresa Velasco Castillo 29/08/2014