La Marca España corre peligro. La heterosexualidad entendida
como motor para el orden social que durante tantos años ha sido símbolo de
identidad nacional, está en crisis desde hace décadas. Sin embargo, aún nos
sorprendemos cuando el obispo de Málaga defiende la parábola obsoleta de Eva y
la manzana, así como nos llevamos las
manos a la cabeza cuando un alcalde
politizado, cuya formación principal es su adscripción al partido de turno, se declara corrupto.
Hoy Eva vende
manzanas Golden a madres indignadas con
el Gobierno porque su hijo ya no cobra el paro ¿Acaso esas madres creían que el
Gobierno de Rajoy no aplicaría recortes
en ayudas sociales? ¿Parecía salir su programa de la revolución bolchevique?
Jesús Catalá, obispo de Málaga |
La misma cara debió quedársele a Jesús Catalá en su visita
al colegio San Estanislao de Kostka. El alzacuellos se le quedó corto para
cubrir la desnudez de sus palabras en el eco de las aulas. Ni en contexto, ni
fuera de éste. Recomendar la lectura del Catecismo a una generación limitada
por 140 caracteres es como pedir a la infanta que renuncie a su herencia.
¿Espera el obispo que le dé la razón una
sociedad donde más de dos tercios de los habitantes aceptan la homosexualidad
como estilo de vida? La única incoherencia a día de hoy es que sigamos financiando la religión Católica con
nuestro sueldo.
Gracias a Dios y a un mestizaje cultural que ha ido in crescendo a pesar de las muchas
vallas con que ha tropezado, tres pilares inamovibles desde la Edad Media empiezan
a ser cuestionados: iglesia, ejército y monarquía. Todavía resulta difícil
salvar la censura en estos ámbitos, pero, a veces, el cadáver apesta tanto que
inevitablemente es descubierto.
El cuestionamiento de la heterosexualidad como criterio para
la organización social se pone de manifiesto en tan solo tres datos recogidos
por la prensa nacional. En la década de los ochenta cien personas en Madrid
asistían a las marchas del “orgullo gay”. La cifra ascendió a tres mil
asistentes en 1996 y ya a principios del siglo XXI se contaban un cuarto de
millón de personas.
Escuchar la comparación del matrimonio gay con el de “un
hombre y un perro”, no sirve sino para advertir del trabajo que aún queda por
hacer en la defensa del movimiento internacional de gays y lesbianas. Como
todo, cabe la posibilidad de que nunca se lleguen a dar las condiciones para
eliminar completamente el alquitrán del franquismo que asfixió la expresión
social, cultural y política de opciones sexuales minoritarias. Sin embargo, la
historia nos ha demostrado que en este cambio está la esperanza.
Málaga a 22 de abril de 2014 Teresa Velasco Castillo