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La vida es irónica:
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miércoles, 24 de enero de 2018

ANSIEDAD

Una definición poco ortodoxa de lo que es ansiedad. Para el que la padece, la ha padecido o cree que puede apenas aproximarse a tal angustia.

La ansiedad es un bosque que somete
al genio creador en su agonía,
es refugio de la lengua, selva de espinos,
sílaba muda, llanura del pensamiento

La ansiedad es verdad golpeando los oídos
rama cautiva en la memoria del que la sufre
ancestral dolor en la flor del azufre,
monótono latido en el corazón del arbusto

¿En qué lugar de la herida dejé las instrucciones?
¿en qué almohada esconden su rostro los claros de la noche?
La ansiedad no es ave peregrina, es purgatorio,
disonancia entre las lenguas malditas, pájaro que errante resucita
el vuelo destructor de las ideas

La ansiedad en mi, alcanza cotas nihilistas,
arrastra melodías por angustia
y acumula los delirios por costumbre

La ansiedad es un bosque de vertientes
donde el aire se humedece hasta los huesos
niña errática y huérfana de lluvia
que consuela su beso en otros besos

La ansiedad es espanto toda ella
alimentando los desechos de carbono
luz inalterable que desvela
infinito precipicio de ruidos silenciosos

Para el que no lo crea ansiedad es
invención, artificio, bosque
predicando su sendero:
Una llama irrevocable de palabras
que empaña la ansiedad de mi deseo.



Por Teresa Velasco Castillo

miércoles, 17 de enero de 2018

Me aburro

Cansada de siempre lo mismo, siempre los mismos anuncios, las mismas agonías, las mismas noticias...


Me aburren los que hablan para confirmar sus creencias,
los impacientes, los que irrumpen continuamente para acallar.
Me aburre llenar el espacio con el tiempo del que no dispongo
para decorar de adolescencia los pasillos de mi casa.

Me aburre el europeísmo que no ve en el  lenguaje más allá del logos.
El sentido del relato es la aventura y en su lectura acontece lo afectivo
¿por qué conformarnos con el peso de la palabra
en vez de abrir nuestras narices a las ráfagas que exhala?

Me aburre, de verdad, las frases de un mismo tono, acentuadas en presente.
Me aburre lo grandilocuente en la política y solo en la esdrújula muerte me veo.
Así, mi espíritu se hunde de afirmaciones sin demasiado peso
Y otra vez los murmullos, caricias, torbellinos, quedan ridículos a conceptos reducidos.

¡Cómo me aburre, sinceramente, trabajar la voz que habla y no la lengua que besa!
¿cómo sino iba a beber del “reino feliz” en la desesperanza? ¿cómo, sin un refresco
que hiciese arder nuestra garganta? ¿cómo no ver el cielo en el infierno del consumo?
Me aburro de lo siempre nuevo en las mismas temporadas, ahora artículos de continuidad en mitad de las rebajas.

Me aburre, de verdad, el cuerpo y su fisiología incansable.
Siempre con hambre y hambriento de significado. Siempre ignorante y arrogante.
Siempre en su aliteración de palabras que despueblan la lengua que lo habita,
la habitación que separa a los amantes.

Me aburre ver que “de aquí en adelante” se reiteran las formas de poesía que conozco
que no hay nada ornamental más allá de lo intangible 
que las vocales no responden al arte de tus manos frías
consolando el ser-en-común de esta regla de tres sin solución posible.

Me aburren las entidades viejas, no menos que las modernas.
Esas personas que se declaran asociales en plena reunión de idiotas.

Me aburren los que buscan la aprobación de los artistas
mientras éstos en su silencio se aburren, y a su modo y a su forma quieren
ser como el idiota que admira su columna semanal en las revistas. 




Por Teresa Velasco Castillo