Intentar comprender cualquier obra de Manuel Carabias es
casi tan ambicioso como aclarar cualquier asunto en relación a la estructura
metafísica del universo. Pero prefiero pecar de ambición por saber y, sin más
afán que el de disfrutar aprendiendo, hacer mi humilde intervención aquí
tratando de aclarar aquello que he podido extraer de este libro.
El contenido se estructura en una pequeña introducción que
distingue entre ser-ahí y Ser absolutamente y 111 “emergencias” de diferente
extensión que desarrollan la idea fundamental del amor como fuerza de relación
armonizadora que permite la aspiración a la unidad plena del sujeto y del objeto.
Introducción
Como ya mencionaba, es necesario tener claro la diferencia
entre ser-ahí y Ser absolutamente. En el primer caso lo que existe está-ahí,
como existente, en una relación predicativa, esto es, depende de una duración y
extensión y por tanto es fenoménico. De otro lado, el Ser absolutamente es
aquello que permite que todos los entes existan y, por tanto no puede ser un
ente más. Es un referencial absoluto, la respuesta a la pregunta ontológica.
Emergencias hacia el
ser
El Amor es aquí interpretado como motor que va a elevar las
formas inferiores del ser-ahí a superiores. Esto lleva a un cosmos estructurado
en base a diferentes niveles de realidad o jerarquías de Ser desde el caos o
casi-nada como potencia o anhelo de ser, hasta el orden perfecto o casi-ser.
No se trata de niveles superiores e inferiores en los
términos que se entienden estas palabras, sino que hablaríamos de entes más
cercanos o alejados al Ser absoluto, más formado e informado o más real. Todos
estos niveles, tienden a acercarse al Ser gracias al Amor como fuerza motora.
En consecuencia, no existirían valores fijos, es decir,
cosas que lo sean con toda Verdad, sino entidades definidas por su posición
concreta en el instante o continuo espacio tiempo. Incluso la nada es posibilidad
de ser, pura potencia de Ser y, al estar todas las posibilidades en permanente
potencia de Ser, siempre hay un cierto no-ser implícito en esta teoría. Porque
el ente en potencia es un poder ser lo que todavía no es.
Y gracias a que la Nada absolutamente no es, existe el Ser
como entidad. La Nada es un complemento necesario del Ser, lo que recuerda en
parte a Nietzsche y la importancia que éste otorga a las dos dimensiones de la
realidad captadas por la tragedia griega a través de Apolo y Dionisos.
En la emergencia 4,
el autor habla del sentido de la materia concibiendo la misma como posibilidad
o potencialidad en camino hacia la
realización del Acto Puro. La actualidad de dicha potencialidad sería el
movimiento o tránsito del estado de posibilidad al de realización.
Como ya se ha mencionado, el Amor es la aspiración
ascendente de cada cosa a su perfección. Es una posibilidad de niveles cada vez
más desarrollados de conciencia hasta un máximo de información y conocimiento
unificante. Se habla en torno a las ideas del filósofo idealista Pierre
Teilhard sobre el universo y la idea de un Punto Omega o máximo nivel de
complejidad y conciencia.
En cuanto a la Duración, se define en la emergencia 6 como existencia continuada
de un ente que permanece en su acto de ser, diferenciándose del Tiempo como un
punto de vista particular sobre el mismo.
Especialmente interesante, a mi parecer, en este punto sería
la mención a Bergson, ya que su diferenciación entre tiempo físico u objetivo,
artificialmente cuantificado, y el tiempo vivido por la conciencia como
duración, es a menudo testable en la relatividad de los años según el periodo
de vida en que nos encontremos.
Llegamos así a la séptima y para mí una de las más
interesantes emergencias del libro: arenas movedizas. Todo el conocimiento está
construido sobre abstracciones puras. Así, incluso el cálculo matemático queda
basamentado sobre dos referenciales como son cero e infinito, es decir, ningún
número. El Ser, no existiendo, es el referencial absoluto único sobre el que queda
construido el edificio de lo que creemos conocer.
Al estar el ser-ahí en continua potencia de Ser, la búsqueda
de la Verdad es un camino que va haciéndose conforme nos acercamos hacia una
conciencia más formada. El Tiempo no sería un soporte, sino la única
ocurrencia, Eternidad, el Ser-siendo en presente.
El ser se desarrolla como una espiral de tiempo sin cerrarse
nunca definitivamente. La historia se repite, así como las melodías, en
instantes diferentes, de forma aparentemente distinta, pero en esencia, la
misma. Nuestra vida es la misma, solo que nos manifestamos de forma diferente
en tiempos diferentes. Una idea ya presente en Nietzsche que se retoma aquí y
que poco difiere del mismo.
Se retoman también las ideas del “pienso, luego existo” de
Descartes, si bien en este caso, Manuel argumenta que la existencia, en el
proceso evolutivo es mucho anterior al pensar, esto es, pensar no es una
condición para existir, sino que existir es una condición para poder pensar, de
ahí que al pensar me dé cuenta de que existo.
La Historia, además de esa realización de perfección, es la
marcha del espíritu hacia Sí-Mismo, de manera que ese desarrollo del que se
habla durante toda la obra iría encaminado a un autoconocimiento pleno.
La Verdad, se va haciendo mientras se busca, como el camino
de Antonio Machado. Es así, una continua superación de errores, y el error, “un
funcionario del Ser”. Una visión bastante positiva del autor ya que el error
superado formaría parte de la historia con el mismo efecto que la verdad.
A pesar de que toda la existenciariedad esté sustentada
sobre Nada y Ser, Manuel Carabias es agnóstico con respecto a la posibilidad de
conocimiento de esta Nada, ya que la misma queda fuera del tiempo. Solo el
ser-ahí, en duración y extensión, puede ser objeto del conocimiento, de ahí la
propuesta de un modelo diferente (universo tractriz) para hacer frente a la actual teoría del big bang, una explosión supuestamente
surgida previamente al espacio-tiempo.
Aún el ser más perfecto necesitaría un mínimo de
materialidad para poder existir, luego tampoco sería posible hablar de un
origen de esta materia. Se trataría aquí de una pregunta física y no
filosófica. Todos los seres vivos estamos conformados por un sistema abierto de
interacción con el entorno. El big bang es un modelo “cerrado” que contradice la
primera ley de la termodinámica. Establecer un “origen” sobre algo infinito es,
expresado popularmente, como querer poner puertas al campo.
En youtube pueden encontrar una explicación más amplia, y a buen seguro más acertada sobre el asunto:
La ciencia solo puede investigar relaciones, luego la
metafísica necesita de una “dialéctica razonada” una “teorética” para lo aún no
conocido, una forma de planteamientos lógicos que busque el progreso y
complemente a la “dialéctica operacional” de lo ya conocido.
La idea de Ser es la armonización de todo sin detrimento
ontológico de las partes y la idea fundamental de esta obra, pues resume el
concepto de Amor como unificador, armonizador y fuerza que lleva a cada ser-ahí
hacia el Ser de Sí-Mismo.