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La vida es irónica:
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lunes, 24 de diciembre de 2018

Clases de amor para Platón


Que vivan el amor, la navidad y la hipocresía: 


He visto pues el impulso erótico
en la gamba articulada sobre el plato,
bebidas titilando al filo del abismo del poyete
como un engranaje de poleas en la escala Jenofonte.

La imposible cabeza del mejillón se sublima
en un progreso dialéctico hacia el bien.
La belleza es móvil en el centro de la mesa,
motor primero del discurso opuesto.

Hace un momento batalla de cubiertos,
un tenedor  se entrega a sus instintos,
la anchoa, enajenante, hace lo propio
y se entrelazan con pasión sobre el aceite.
El tomate, observa de reojo.

Así, nace el camino hacia el dios Eros,
ansia de carencia y de deseo en las palabras
de un Rey que de todos los amores,
solo a sí mismo se ama.

La época moderna ha hecho estragos,
está claro.
El pargo a la sal ya no trasciende,
lo que fuese reminiscencia de un saber
es la carne apartada a ras del plato.
El alma ya está fuera del menú.
Se añade al estoicismo el pan de molde,
elemento superfluo en la oratoria.

Amar ya no es lo fin y lo perfecto,
es, más bien, cosa del momento.
Y lo que surja después, ya es otra historia.

Por; Teresa Velasco Castillo





jueves, 6 de diciembre de 2018

Orgullo y perjuicio



Me siento orgullosa de la tierra que resido y presumo, aún hoy, después del polémico resultado de las elecciones, de ser miembro de una de las ocho provincias que conforman Andalucía. Porque se trata del contenido y no del continente. La Junta no es Susana Díaz, ni sus pechos transidos de espanto por un temor a lo nuevo.

Andalucía no es solo sol y playa, sino el arte que no nos queda con una tasa de desempleo que roza el 36%. Es la cultura que lucha por limpiar el  estigma de sus ropas. Es precisamente el estereotipo que no deseo para Cataluña, que, más allá de ser un problema soberanista es también un pueblo con sus problemas.

Hoy que mis hermanos estudian el feudalismo como un hecho pasado, seguimos dividiendo nuestra hacienda en tristes votos, buscando la ecuación unánime que dé solución al quiero y no puedo del gobierno. Pero, ¿alguien ha pensado en el contenido, es decir, la persona que va en el voto?

Digamos que hemos traspasado la línea del “todo para el pueblo, sin el pueblo” y ya no sabría decir “para” qué o quiénes votamos. ¿Andalucía?, ¿ España?,¿ Europa?, ¿la derecha?,¿ la izquierda?, 
¿Cataluña?

Insistimos con más frenesí e inconsciencia que nunca en ser el predicado de una oración que no nos corresponde. No podemos obviar que Andalucía, como todos los conceptos del siglo XXI, ya no cabalga aislada en una esquina de la pizarra, pero tampoco deberíamos tomar nuestras decisiones en base a un Estado que cada vez que nos refiere es para subrayar nuestra carga y no nuestras aportaciones a la Economía Nacional.

Solo pido que, ya que no se vota por la “polis andaluza” se haga al menos un pacto que no vaya en perjuicio de su gente. Que no retrocedamos ni un paso en los derechos que la mujer ha ido recopilando a lo largo de siglos con tanto esfuerzo y tan poco resultado en ocasiones.

Dejemos a un lado el número de votos en base a la escasa credibilidad de los medios y empecemos a gestionar  las ayudas del Fondo Europeo para su aplicación y no para su justificación.

Que no nos engañen con el continente, que echamos la culpa de lo que perdemos a otros, mientras el contenido se vacía desde las carnosas lenguas de nuestros políticos hacia su mal trabajo  independientemente de la bandera que porten.

Teresa Velasco Castillo