Este no es un poema sencillo de entender. No va destinado a un solo hombre. No habla de un camino físico. No tiene una filosofía única, ni siquiera un mismo paradigma en cada verso. Pero me gusta y soy yo.
Hay algo perfecto en lo que escribo,
En el alféizar mismo de la enrejada ventana,
Denominador común entre mis pies y el estribo
Donde descansa el polvo pendido de telarañas
Hay algo perfecto en tu deseo de conciencia
Que no puede expresarse en tan vasto cielo raso
¿De dónde sé que el mundo es la vivencia y viceversa?
¿De cuándo es cierta la historia de los hombres en su ocaso?
La poesía es el producto con que cultivar el ingenio
Las palabras los signos que abundan inquilinos,
Objetos cinegéticos de juicios sintéticos a priori
De saber por qué, sin hacer nada, he de encontrar el camino.
Hay algo en las líneas continuas de tus manos
Una serie de trigramas vinculados con mi tacto
Que conforman mi concepto
religioso del náufrago
Señales evidentes de que entre
nosotros hay algo
Lo dicen los principios
originales estáticos:
Los opuestos entre sí están
destinados.