Bienvenida

La vida es irónica:
Se necesita TRISTEZA para conocer la FELICIDAD, RUIDO para apreciar el SILENCIO y AUSENCIA para valorar la presencia

Etiquetas

Arte (1) Concursos (1) Entrevistas (8) Eventos (17) Libros (15) Periodismo (44) Poemas (111) Reflexiones (77) Relatos (5)

sábado, 24 de diciembre de 2016

Fuentes de inspiración de la filosofía

Moría de ganas por escribir un poema como este que sigue. El resultado nunca es lo esperado, pero al menos he cumplido mi propósito:


De Heráclito aprendí la estrafalaria
manera de exponer el movimiento,
de Lao Tsé a defenderme sin  las armas,
de Sócrates a caminar lento.

De Platón la inmortalidad del alma,
de Aristóteles la inmanencia de las cosas,
de San Agustín revelaciones venenosas,
de Descartes a no irme por las ramas.

De Nietzsche la osadía caprichosa,
de Kant ensortijados crucigramas,
de Marx la ignominia ignominiosa,
de Freud a dar vueltas en la cama.

De Locke a actuar con tolerancia,
de Hegel a enclaustrar viejas etapas,
de Wittgenstein el amor por la palabra,
de Ortega a salvar mi circunstancia.

De Moore a hacer más simple nuestro habla,
de Lacan el estadio del maldito espejo,
de Chomsky la amanita de los medios,

De Saint- Exupéry que envejezco sin remedio.



Teresa Velasco Castillo

martes, 20 de diciembre de 2016

Respondiendo a Mariángeles Aguilar



Bueno, ya hace unos días de esta pregunta que a través de Facebook se planteaba mi amiga. Hoy por fin puedo hacer algo parecido a una respuesta: 

¿Qué es el amor en su sentido más abstracto? ¿Hay un estado de peligro y un estado de bienestar?

El amor en su sentido más abstracto es un ave rapaz como el azor o el gavilán. Personalmente, yo lo entiendo como el halcón que se eleva, una vez muere, para posarse en el Árbol del Paraíso, o estado de bienestar por el que me preguntas.
El halcón se representa en las artes suntuarias andalusíes, asociado al jinete y a su caballo o cabalgando sobre éste último sin ataduras humanas. Es, por todo ello, el amor más puro a la naturaleza color malva que hemos oscurecido con eufemismos del amor en su no sentido más profundo.
El amor en su sentido más abstracto no puede ser sino ansias mullidas fluyendo por la sangre de la bella y la bestia que llevamos por dentro.
Es la génesis de ciertos elementos únicos entre enjambres de sueños que retuercen las alas de las gaviotas que se empeñan en sustentar su vuelo sin batidas. Pero nunca es estático. El viento matinal a veces se estremece y forja las pesadillas que retiran el sentido original de la palabra. Bajo el peso del cuerpo áspero y torpe empezamos a creer en un estado de bienestar físico y olvidamos que el amor siempre oscila más inclinado hacia la metafísica. Por eso solo puede conocerse el estado de peligro: la unión del hombre y su adicción.
El amor sufre cuando sentimos especial interés por la caza de su esencia, así como los musulmanes lo sentían con la caza de aves nobles. Solo lo haremos cognoscible en el poema revelado de la sombra en la tranquila noche.
 Nadie me entiende si digo que del verano amo la tormenta, que de la muerte es morir lo que menos me preocupa, que del silencio solo espero la parte incómoda y el duelo. Nadie me cree si digo que mi mayor amor nunca fue correspondido y que de aquellos que en el sentido convencional del amor me corresponden apenas he querido por momentos a algún hombre.

Así que no espero responder a tu pregunta, como no creo que ningún científico termine de aceptarse en su teoría. Todo queda sujeto a revisiones, salvo las médicas que nunca me gustaron.  Si tengo que morir de amor, no necesito anestesias. 



Teresa Velasco Castillo

sábado, 3 de diciembre de 2016

El ministerio de la noche


Noche de lluvia y poesía ¿se puede pedir más?


La noche aún no aparece en su gloria arquitectónica,
hallazgos numismáticos y epigráficos del astro celeste.
La noche se afirma en la laguna bibliográfica y agreste
del que quiso sublimar su instinto desde el relámpago
veloz de la idea

Es un fenómeno común y extraño, madre y maestra.
Bitácora de brújula sin destino
que a todas circunstancias conduce.
Ligera y salvaje como la marea espumosa
que ha robado la luz de las estrellas medievales.

Y tiene algo de andaluz, un origen califal, un acento nebuloso,
un lienzo y contrafuerte de alargadas verdugadas de ladrillos
y sillares. Sin duda más prolífica en calidad que el día
y más profunda y rencorosa que la luz de las grandes auroras.

La noche se repite en diferentes zonas:
Con distinta inclinación, la luna es la única inscripción que aparece.
La espero para que el miedo se apodere de mis manos
y escriban con los grandes sueños que solo la muerte anuncia.

Ahora sus marcas son muy finas, apenas visibles y esquemáticas,
pero sé que si la espero, calzará las calles mientras los aprendices
de manos de maestros y oficiales se mojan con la lluvia

y se forjan en las fraguas de su oscuro ministerio.


Teresa Velasco Castillo

viernes, 2 de diciembre de 2016

Contusiones

No hay azar en las contusiones en torno al yo simbólico de mi texto. Si a pesar de mi empeño por ser metáfora y no símbolo precario del poema, mis palabras se quedan en lo estético, hipócritamente expuesto como objeto de arte, no habré cumplido mi fin.
No se trata de ofrecer pomada a la escara fatal que recoge los ensayos de mi corazón, ni de señalar La puerta del infierno que me acoge los días de lluvia. Por doquier hemos visto, que los golpes intensos se escriben con permanente en los pergaminos del alma.
Es probable, por tanto, que tenga más años de los que ustedes se piensan, y que las imágenes relativas a la luz de mis párrafos distingan el final del ciclo de Sol del verano. Queda un invierno largo y lleno de incertidumbre, no necesariamente frío, solo resquebrajado en verificación de impotencia de no saber qué hacer para tenerte cerca.
Y he aquí el motivo de mi fatal desencuentro con el diccionario. Luce el astro siniestro con desprendimiento de sueños prematuros, heridas contusas de borde irregular y vísceras del día después. Tres síntomas se localizan al margen de los órganos lesionados:
  •           Sigues ignorando lo que mi declaración suicidada ejerce sobre el desorden de tu vida resuelta. La “divina pelea” que decía Pemán va camino de resolverse en la indiferencia depresiva, en el umbral de la decepción, en la hemorragia babeante y obscura de un atardecer en otoño.
  •           Factor individual de sensibilidad que no he dejado de intentar advertir con mi desacertado uso de la diéresis, sinéresis y pausa interna de los miembros afectados por tu descuidado encanto.
  •           Velocidad de producción de la herida relativa a la admiración que te siento aunque suene fanático.

A día de hoy, las células dañadas producen la fibrina de mis versos y siento escalofríos por no añadir más correcciones a mi intención única de sentar cabeza. Mis arrebatos han coagulado para proteger el original Volupté por el que sigue valiendo la pena esperar a la noche del sábado y aunque no te deguste sin intermediarios, lo hago en otros labios mediante mis propias técnicas de recodificación y delectación de excesos silábicos.

Estoy aprendiendo que esta forma de enloquecimiento sin ilusión es la mejor forma de vivir y dejarse morir lentamente. La realidad no son sino sublimaciones de todo lo anterior anexo al dolor con que Dios pone el precio de su paraíso terrenal. 



Teresa Velasco Castillo

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Qué tipo de empresa es mi amor?


¿Quién dijo que mezclar ideas no servía para estudiar? Llevando la contraria, esta noche, en a penas media hora, he "parido" un poema con forma jurídica indeterminada, pero una consolidada idea de amar por amor al arte de amar. 


Mi amor no tiene forma jurídica ni barreras de entrada.
A veces pide limosna a sociedades anónimas con la mira
de reinvertir en su empresa de limpieza de la vida.
Mi amor está en desuso por responsabilidad ilimitada.

El capital está dividido en versos, aunque a veces,
se da a la prosa y sus párrafos hacen párpado oscuro
tus ojos alícuotas de sueños, río de peces de ciudad,
verano puro de vida que pregona las sombras de mi pelo.

Toda su tierra tributa a la hacienda de los pobres,
sobre impuestos de renta para deseos impresos.
Se revisan las cuentas de tarde en tarde, por las puertas
pidiendo besos para presos políticos sin sobres.

Mi amor no tiene escrituras, es la escritura en sí.
Sus órganos de gobierno son los cinco grandes dioses
que en el hombre reinan:
La vista limitada en cada vena que porta su sangre,
El tacto sin prisa ni deseos de la punta de tus dedos en mi costado.
El oído late despacio, progresivamente tanteando la compraventa
Del negocio a un tercero.
La inflación de las estrellas, el vaivén de los vientos a mi olfato,
Y ese gusto por repetirte en mi régimen societario.

Teresa Velasco Castillo





jueves, 10 de noviembre de 2016

Frente de toro

El malditismo paródico  y tardío de Trump ha sabido aprovechar la oportunidad para insertarse en la coyuntura de la reproducción mediática sin mediación, de un espectáculo que vacila entre el pecado de ayer y la tristeza de hoy.

Es lo que se llama sociedad del espectáculo, caracterizada por su cualidad sensorial, abarcante y de inmersión, así como por facilitar el sedentarismo ya no solo a nivel físico, sino a nivel psíquico, intelectual y emocional. Un cúmulo de circunstancias demográficas que descansan sobre la cama del sensacionalismo y la política del populismo nauseabundo.

¿Quieren análisis?, ¿quieren conocer la prospección futura de sus decisiones? Lean. No dejen que el capital transforme la realidad en tragicomedia barata y sabrán ubicar con precisión la radical inutilidad de todo en todas las esferas de una sociedad siempre al borde del colapso.
Dejen de dar las cosas por sentadas, como si éstas no tuvieran un referente. Dejen de asentir ante el sujeto omitido y completen su análisis sintáctico saliendo a la calle. Dejen que el tiempo haga su trabajo y no le culpen por sus cicatrices: usted se provocó la úlcera, no los años. El tiempo no borra las formas, ni avanza más deprisa que hace un siglo ¿o va a tener Internet la culpa de que usted vote al más “simpático” de los candidatos?

Es lo que en su día ilustra el propio Baudelaire con una anécdota; una prostituta, de las que cobran cinco francos, le acompañó al museo del Louvre, pero delante de las estatuas desnudas, se tapaba los ojos escandalizándose con rubor. Al final, incluso, hubo un tal Steinkerke que  se dedicó a cubrir las desnudeces con hojas de parra. Nosotros lo hacemos ahora con eufemismos y planos contrapicados.
Ha cundido, como el pánico, la estupidez del momento. El arte de provocación Trumpiano logra su efectividad porque enfrenta con hipérbole misógina a la sociedad rural contra los condados que albergan las tres grandes universidades estadounidenses.

Que cada uno asuma la culpa de su voto y su silencio y dejen de poner hojas de parra a los errores cometidos y de soñar con lo siempre imaginario: despertar será más agonizante aún si se revisa la “realidad” anhelada. Ya lo decía Arthur Gordon Pym, el héroe de Poe, el fin de todo no es un momento doloroso que hay que sufrir, sino un estado permanente, al menos hasta las próximas elecciones.  



Teresa Velasco Castillo

domingo, 30 de octubre de 2016

El Buen Pecado


La idea surgió hace poco, charlando con una persona (cuyo nombre no desvelaré, lo siento por los curiosos) que coincide conmigo en que no sé pecar. Lo hago, como todo el mundo, pero mal. Así que recordé el Libro de Buen Amor de Arcipreste de Hita y pensé que igual también existe o debería existir el Libro de Buen Pecado. Como resultado, el poema que sigue: 



El buen pecado es español, y, más aún, castellano,
elegante y señor, destrabado, ágil e inflamado
del triste ruido tomando asiento en la garganta,
un intenso mosaico  vigorizado de batallas y cuentos.

El buen pecador nunca se llega a conocer,
si acaso presta su cara parcial de tahúr
al retrato de esa sociedad picaresca e inmoral,
cuya erótica parodia los romances vulgares del beato.

Eros fue la clave ojival después de Wilhelm Reich,
Vietnam una excusa para la reconquista del opio.
El dinero es un insulto para la economía de pasiones
que recuerda al poeta la necesidad de comer  sopa.

Así, los biógrafos nos sacan a la luz con toda la miseria
y ligeras variantes de reproducción realista y frívola.
Una herencia deficiente de juegos florales que etiqueta
cualquier sonrisa de inquietud por arrancarnos la ropa.

Para ultimar el aquelarre psíquico de personajes,
El psicólogo nos viene a convencer de cuan crueldad,
Insensible, mediocre, bacanal y abstracta arrastra nuestro
Equipaje de larga tradición corrompida, de pecho  jadeante,
Virgen de los Siete Puñales, amor hacia la madre deriva.

El buen pecado es español, y más aún, castellano.
Es hermético y no deja huellas. No pide cuentas
esotéricas al cantautor que se emborracha de estrellas,

porque al final las canciones más bellas, son fruto del pecado.



Teresa Velasco Castillo

sábado, 22 de octubre de 2016

Tal vez poeta


Desde esta misma mañana tenía ya un poema atravesado. Hasta ahora no me he sentado a escribirlo y en ello he tardado poco, porque lo difícil es pensar el dibujo, no hacerlo. Aquí está el resultado de lo que no soy: 


Yo soy esa pendiente de la que todos resbalan,
los excesos de la mente, el poema censurado.
A veces soy el cielo plomizo que se abre a tu desprecio
Un hospital abierto al margen de la muerte y el pecado.

Yo soy ese villano, ese ser degenerado que nació poeta.
Sensible cada día a cada instante ante tu gesto,
a condenas y vacíos estructurales de mis sueños.
A veces soy poeta, pero maldita sea, ¡a qué precio!

Yo soy quien toma notas a tu espalda,
psicografía que desciende al atributo,
aire que sube por la esquina de mi falda.
De vez en cuando soy poeta y rindo culto a la palabra.

Yo soy  insomnio destructor de tu ego,
tu espejo a solas, testimonio desgarrador
de tan baja escala humana casi teatral
de sentimientos. Luz de otoño, casi invierno,
la estupidez del momento en que me vas a besar.

Yo no sé realmente qué soy, puede ser que poeta.
La niña que era erró sin tregua contra el tiempo.
La niña que soy se avergüenza de su luz verdadera.

Aquí me veo, enterrada de libros, en mi sitio.
Como una piedra filosofal  en que caer a plomo
y despertar de la vida para vivir más lento,
despojada de metas, más borracha de sueños.
A veces soy poeta y maldita sea, ¡a qué precio!



Teresa Velasco Castillo



sábado, 1 de octubre de 2016

Fisionomía del corazón

FISIOLOGÍA DEL CORAZÓN

¿Alguna vez han pensando que el jardín botánico de El Bosque es igual que el corazón? Yo diría que sí. Disfruten de esta idea y, por favor, piénsenlo...



La situación privilegiada del corazón  sobre dos continentes, esternón y dorsales,  y una red de jardines de olvido desarrolla tan vasto patrimonio vegetal y micológico de sentimientos humanos que hoy conocemos.
Digamos que el corazón es y ha sido siempre una ciudad importante, incluso antes de fijarse en ella la capitalidad de nuestro organismo. Algo tendrá el agua cuando la bendicen y, aparte de su proximidad a la aorta, algo más tendría para que todos los habitantes del mundocuerpo fueran a parar de una u otra forma a este órgano “hueco”.
¿Se han fijado alguna vez en  la media hoja, enrollada a medias, que es el glóbulo que transportan nuestras vénulas? ¿ han pensado alguna vez en cómo transcurre la sangre de un obeso y su parecido a la baba que deja el caracol? ¿y los grumos de sangre espumada por las grietas del olmo de Machado?
Todo empieza con un impulso eléctrico en el nódulo acebuchal, donde una forma asilvestrada de masas boscosas infringe el ritmo infernal con que corremos la maratón de la vida. Posteriormente, y asentado sobre terrenos de carácter ácido, el alcornocal trae a ciertos rincones de la aurícula un palpitar disperso que se encarga de nuestro paisaje.
En el encinar mesomediterráneo, justo en el mediastino, a mitad de destino entre lo que somos y lo que pudimos haber sido, los torviscos y palmitos ofertan un homenaje multicolor a la sangre que retorna por las venas.  Allí, el quejigar espera ansioso en el cauce del río a ser abrazado por una encina amiga que haga dilatar la pared miocardíaca. Cuando esto no sucede, se da lo que se conoce como infarto de “miocardio” y el sujeto cree suyos los corazones, majuelos y rosales silvestres cuyas hojas caducaron hace años.
Es necesario, por consiguiente, mantener los niveles de presión arterial entre unos valores mínimos y máximos que permita la vida del arroyo sanguíneo. Para ello el pinsapar despliega cada uno de los elementos anatómicos del fruto y la flor de la Inteligencia, solo presente en la familia de los homínidos.  
El pinsapo, como sabrán, debe ocupar los lugares más frescos y umbríos de la memoria, ya que su función calienta todo el órgano disparando los niveles de gasto cardíaco. Esto no se da a menudo y, protegido por la ley, el pinsapo se encuentra en peligro de extinción  desde que Sócrates fue envenenado con la cicuta.
Recientemente, los seguidores de Carl von Linné, han detectado una nueva región en el círculo de pasiones de la vegetación serpentícola, justo bajo la válvula tricúspide. Se trata de afloramientos metamórficos de origen volcánico llamados periodistas, que han dado lugar a una nueva dosis de verdad en un suelo poco fértil y algo tóxico como consecuencia de la enorme concentración de parásitos con corbata.

En resumidas cuentas, un circuito sistemático de arterias, capilares y venas por donde transcurre la visita a recuerdos embriagadores de voluptuosas nostalgias y frondas castigadas por los siglos de los siglos, amén. 




Por: Teresa Velasco Castillo

viernes, 23 de septiembre de 2016

Todos somos diversos


Hace unos días me pedían en clase una pequeña reflexión acerca de qué supone la diversidad, la discapacidad, la integración. De cómo evoluciona nuestra lengua. Cómo la ensuciamos. Cómo reaparece una y otra vez Wittgenstein con sus proposiciones para recordarnos que no es lo mismo una persona con discapacidad que un discapacitado. Tal vez sea igual, pero como dice Alejandro Sanz en su canción, no es lo mismo. En fin, adjunto mi reflexión para hacerla accesible a todos. Como siempre muchas gracias por leerme: 


El término diversidad, de origen latín “diversitas” se refiere a la diferencia, entre personas, animales o cosas. A la variedad. A la infinidad o a la abundancia de elementos dispares que podemos encontrar en nuestro entorno.
La diversidad racial, funcional, o de orientación sexual, han servido para designar personas con característica comunes identificables y, con el desarrollo de las sociedad, esto ha dado lugar a fenómenos como el racismo, la xenofobia o el machismo.
La idea no es nueva, y viene de las ciencias naturales.
Entre los primates ya existían individuos que ajenos a las pautas comunitarias hacían su vida a la orilla de los ríos. En física, Umbral lo equipara a los átomos atípicos de los que hablaba Einstein. Esos que alteran la materia con su conducta irregular, dando lugar a importantes transformaciones y, lo más importante, salvando al mundo de la entropía.
Esta diversidad no es o no tiene por qué ser negativa. En el mundo no hay dos personas que sean exactamente iguales y ello añade un valor a la convivencia. Al menos teóricamente, esta pluralidad plantea una riqueza que se reivindica permanentemente en la actualidad.
En la práctica, el etnocentrismo sigue teniendo un valor central y, esa diversidad es aprovechada para aislar, relegar a peores trabajos o negar el acceso en determinados lugares a aquellos grupos que identificamos, ya no solo como diferentes, sino como “peores” respecto a nuestro grupo.
Esta coartada teórica se potencia más aún si enfrentamos grupos mayoritarios y minoritarios que retroalimentan los estereotipos y prejuicios entre ellos asimilando sin un cuestionamiento de las normas las estrategias de marginación que emplean los “líderes” del grupo.
En el plano de la diversidad funcional, aquel fenómeno referido a la diferencia de capacidades entre individuos, está muy de moda hablar de Howard Gardner y su teoría de las inteligencias múltiples.  Pero una vez más, teoría y práctica se contraponen ¿Si tanto se reivindica la creatividad, por qué cada vez tiene menos espacio la música o la filosofía en nuestras aulas? ¿Qué tipos de las 8-9  inteligencias que aparecen en la teoría de Gardner potencian los exámenes que se realizan en nuestros centros?
Se ha avanzado mucho desde modelos de aniquilación de las diferencias, de segregación de personas con discapacidad.  Ahora pasamos por la asimilación o agregación de individuos en los sistemas democráticos, aunque como ya señalaba en la práctica, esto no siempre es así.
Existen nuevas formas de racismo no sustentadas ya sobre los rasgos físicos, sino sobre los aspectos culturales. Existen cada vez más formas de acoso escolar hacia niños/as que carecen de inteligencia interpersonal, matemática o corporal.
¿Y qué hay de la diversidad sexual o de orientación sexual? No siempre la homosexualidad es rechazada, ni está presente la homofobia en todas partes, pero ¿se han parado a pensar en el prototipo homosexual que los medios manifiestan?  El gay amanerado o la lesbiana “marimacho” por emplear los términos más sutiles que se les atribuyen. ¿Y qué hay de aquellas prácticas o “mundos” que desconocemos como el BDSM? ¿Hay que ser Christian Grey para tener sumisas? Desde luego que no.
Necesitamos más átomos reveladores, más lumpenproletariat que hagan su vida fuera del funcionalismo y la opresión del consumo. Más autocrítica y una buena dosis de empatía en vena que no nos haga dejar las cosas para cuando ya vengan a buscarnos a nosotros (poema de Martin Niemöller).
En definitiva, hay que huir del etnocentrismo sin dejarse embaucar por el oasis que pudiera ser el relativismo en nuestra humanidad desierta y hacer así más habitable nuestro hogar.




Teresa Velasco Castillo. 

jueves, 15 de septiembre de 2016

No todo se puede

¿Quién dijo que no se puede pensar enamorado?¿Quién que no se puede escribir en la rutina? ¿Quién que a los versos, llegar mejor descansados? Poco a poco conseguiré desmentir tantos mitos, que puede que al final caiga en uno de ellos. En cualquier caso, aquí tienen un poema para hoy: 




Todo está consumado en el inmenso frío del final
del verano asomando a los escaparates
de recuerdos de juegos de palabras
desolación y vértigo
al fondo de estos ojos bien abiertos
de esta noche que será de otros.

De ti quedan los surcos de mi piel
que no quisiste santificar con marcas.
De ti me queda un silencio continuo
que todo aprieta y que todo abarca

Todo está doblegado al oscuro principio del curso
de la vida sin ti y la muerte operando,
infierno y gloria en la misma mano.
Todas mis rarezas refundidas a poesía de lo cotidiano.

Verdad. No todo se puede. No puedo pedirte que me abraces
con la fuerza que me queman mis demonios,
ni que me quemes como si no sintieras el dolor que me haces.
Me desconciertas con tus caricias suaves, en serio,
con tus llamadas para hablar
tan lejos de tu aliento
interrumpiendo tu estancia con postales de voz
como si acaso mereciese tu tiempo mi insomnio.


Teresa Velasco Castillo




viernes, 9 de septiembre de 2016

Escribir después de ti


Escribir, correr, vivir. Creo que voy a reinventar las funciones esenciales de los seres vivos y las voy a sintetizar en el principio de la noche: antes de escribir, después de correr, en el momento de vivir. Aquí dejo unos ripios que me salieron ayer a propósito de mis últimas experiencias. 



Escribir poesía después de ti es vandalismo por las calles del sagrado verbo,
es torear a Juan José Alcolea en una turbia corriente de mariposas muertas.
Escribir poesía después de ti es un mapa taxónomico de dudas, es un cuerpo
que anida en mi cabeza, que crece al revés que los adultos, que me hace experta.

En todo mi afán de muerte eres la suerte con que el mar cura mi herida,
y si acaso no hice caso a las sonoras advertencias repetidas,
las estrías del camino me recuerdan que tu voz es contenido y continente de mi vida.

Si la prosa la perdí por el camino, del sueño equivocado, malherido,
propuesta del futuro en que me invento, y cada día nazco diferente.
Cada día que muero por ti es más urgente y solamente me consuela al oído
 mi querido Gustavo Adolfo Bécquer, y esas rimas que besan calladamente.

Es esa hora de resaca venidera, en la arena hambre de ti, en el cielo luna llena.
La noche afina y desatina los acordes de palabras que no entienden de sintaxis,
mis límites más ciertos tu mirada invade, y sin embargo me empeño en ser quien era:
Una mala compañía, un mal ejemplo, una primavera a destiempo de los vientos que
desatan mi melena.

Te quiero, mas ya no creo en las quimeras. Llegas tarde para la angosta primavera.


Teresa Velasco Castillo 

lunes, 29 de agosto de 2016

Al olor del alcohol el amor es más porno

Hoy quiero compartir un poema que me ha dejado la improvisación, la noche, la huida, la vida, la libertad. Salir, no solo significa fiesta, sino un compendio de cosas que no sé si logro recoger en mis versos: 



Al  mostrarse en la noche, templada de vida,
el hombre a caballo sobre su alma tatuada
recorre la muerte fugaz y anodina,
con la sed del que extraña una boca enlazada.

Punzada a punzada, se cose el silencio feroz de la espada
entre trinos sin par de las copas chocando
de sólidos muros de pieles sudando
observando de un lado hacia otro la sala.

Como siempre estoy huérfana a la par que asediada,
voy balada a tus pies, anclada al vacío.

Como el cable de un corvo navío en sus mares,
espero que pasen potros de honda manada.

Y te miro, y vuelvo a bajar la mirada.
Al igual que un poeta entendido en el verso,
tenso los labios ya no sé si en deseo,
o en desdén por llevarme a la boca algún beso.

Canciones mecánicas en torno a los cuerpos,
me hablan sin tener nada que decir.

Al olor del alcohol el amor es más porno
y resulta más fácil dejar de existir.

La noche tiene el color de mis ojos,
la forma de mis labios, el calor de un antojo,
pero a la luz del día la vida se ve bien distinta:

es frío, residencia, palabra y tinta.  

Teresa Velasco Castillo

miércoles, 10 de agosto de 2016

D.Antonio García, alias "Escacharrao"

Quiero dedicar estos versos, desde la humildad, a mi amigo Antonio García, compañero de caminos y batallas y uno de los mayores seguidores de este blog. Gracias por estar siempre ahí, desde la distancia: 



Hoy cumple años un niño de acero en su corteza,
un joven curtido de promesas
 que apacienta a las olas en sus mares.

Hoy pido que despojen de sonrisas a la muerte,
que se expropie a la corriente en su ventura
y que Dios me entregue a las costumbres de mi gente.

Tú eres mi herida en el abismo,
de los sueños campesino, proletario en tus andares.
De tu raíz, tan descuidados pasos,
escaso en tus años y abundante en vuelo inválido.

Naturaleza es el refugio de tus ojos familiares
Tu voz ese Knocking on heaven´s door a ras
del ocre nacimiento  del fresco campo.

La medida de tus huellas marca nuestra ambición: la nada,
y solo su verdad mayor hará viejas nuestras playas.

De momento abril doce meses, flor de la ketama,
sentir a espaldas de la vida latir la misma con esmero,
y saber que hay 1001 formas de decir te quiero.


 Teresa Velasco Castillo


miércoles, 3 de agosto de 2016

La esencia de las lentejas


Hoy una pequeña reflexión a partir del clásico debate entre el amor eterno y la pasión efímera: 

Posiblemente Lao Tsé tuviera razón en muchas cosas, entre ellas en su moral como comienzo de la confusión. Estoy confusa. Actúo y carezco de propósitos. Pienso y no existo en otro lugar que no sean quimeras donde tus sílabas rebotan.
Busco una armonía que me aburre, un sonido en el silencio, una esencia en las lentejas como mágica evidencia de que el árbol verdadero no muda sus prendas. Y en fin, me conformo con el vértigo que da la vida, cuando se empieza desde cero.
Teóricos y expertos, doctores y gastrónomos suelen decir que una dieta equilibrada, una práctica deportiva moderada, y un frecuente uso de la memoria es lo ideal para morir menos pronto.  Y yo me pregunto ¿podrá alguien apreciar la esencia de las lentejas comiendo solo un plato cada dos semanas? ¿logrará la plenitud alguien que no muere obsesionado en lo que hace?¿morirá el olvido acribillado a sudokus?
Si no se ríe a carcajadas, si no se cree en la reencarnación, si no pensamos que cada amor es el último y el primero, viviremos en un testimonio incompleto que tarda en acabarse. Por eso es que hay que enamorarse, aunque acabemos por aborrecer las lentejas, nunca sabremos de su esencia si no nos arriesgamos para siempre, aunque sea un instante.







martes, 19 de julio de 2016

Los opuestos

Este no es un poema sencillo de entender. No va destinado a un solo hombre. No habla de un camino físico. No tiene una filosofía única, ni siquiera un mismo paradigma en cada verso. Pero me gusta y soy yo. 



Hay algo perfecto en lo que escribo,
En el alféizar mismo de la enrejada ventana,
Denominador común entre mis pies y el estribo
Donde descansa el polvo pendido de telarañas

Hay algo perfecto en tu deseo de conciencia
Que no puede expresarse en tan vasto cielo raso
¿De dónde sé que el mundo es la vivencia y viceversa?
¿De cuándo es cierta la historia de los hombres en su ocaso?

La poesía es el producto con que cultivar el ingenio
Las palabras los signos que abundan inquilinos,
Objetos cinegéticos de juicios sintéticos a priori
De saber por qué, sin hacer nada, he de encontrar el camino.

Hay algo en las líneas continuas de tus manos
Una serie de trigramas vinculados con mi tacto
Que conforman mi concepto religioso del náufrago                                          

Señales evidentes de que entre nosotros hay  algo
Lo dicen los principios originales estáticos:
Los opuestos entre sí están destinados.


Teresa Velasco Castillo


martes, 12 de julio de 2016

Un cigarro es...


Buenas noches y bienvenidos una vez más a la Tarde Irónica. Por fin parece que mi ordenador vuelve a la vida, así que aquí dejo un repaso de la misma a raíz de la frase favorita de los ultrafreudianos =)


Un cigarro es a veces un cigarro,
pero con trece años ¡ah! Entonces resulta una aliaga
Interrumpiendo los cauces de la infancia,
unos ojos perdidos revelando un brote de vida humana.

Con veinte se convierte en red extensa
como un corcel indómito y fiero plegado sobre su arzón.
La ceniza se consume despellejando la piel del objeto
y el sujeto, se enciende con el color linfático del sol.

A los treinta es la herida del narcisismo en el cogito,
esas astillas trotamundos que se consumen sin fuego
Dejando el olor silvestre y montaraz en nuestro  tafilete negro.

A los cuarenta y diez somos la apófisis, endurecidos de los estróbilos de pinos.
En general, fruto indehiscente y seco que maldice el espejo que se viene.
Ya pasada una edad, el mejor de los mundos posibles deja de ser el nuestro,
Y solo queda el sabor a los ósculos de la llama sobre el rostro muerto.

Un cigarro no es entonces un cigarro, sino esa extraña pregunta consabida

¿Quién robó el patrimonio de mis días, mientras veía deshacerse mi cigarro?



Teresa Velasco Castillo

sábado, 2 de julio de 2016

Monte mediterráneo


Tres horas de camino en los montes dan para mucho y, atendiendo a las palabras de  mi amigo Antonio, he querido inmortalizar el momento con este poema: 


Son puertas esclerófilas las que dan al sotobosque,
formaciones adehesadas con lluvias de rencores,
olivares a la suerte del feligrés viandante, y alcornoques
que aún resisten la demolición del cielo y sus enseres.

Por las zonas húmedas respiran los pálidos colores
de la muerte, para romper cadenas por aquellos lugares
donde la tierra no pertenece a nadie.

A tu luz roturada por la dehesa vecina.
A tu voz estaquillada en el mapa de los ciegos.
Para que con tu ácido aliento  me incendies
de palabras que subyacen en tus calizos suelos.

Noches armadas de intricados pastizales
relegadas contra el fuego a enclaves reducidos.
Dentro de tu pecho se abren otros pinares.
También aquellos que presentan claros,
los que se acercan a las más altas torres
y los que aún quedan por deslindar.

Ellos siguen esperando en el purgatorio
de las ciudades deshabitadas de olvido:
las más sometidas a fuertes erosiones
las menos repobladas, catalogadas de urgente.

Allí donde la mayoría de la gente se ahoga,
se asienta la paz del corazón a mi memoria
y por un momento sé cuánto vale mi ahora.

Teresa Velasco Castillo



jueves, 30 de junio de 2016

LA CHICA DEL TREN




No puedo esperar a recomendar el thriller de Paula Hawkins que anoche me tuvo en vela hasta las cuatro de la mañana.
La Chica del tren no deja indiferente a nadie, no solo por su argumento, sino por la profundidad psicológica con que es tratado cada personaje. Seguramente a ello se deban tan buenas críticas por los principales diarios internacionales, así como su gran número de ventas.

Lo recomiendo encarecidamente a viejos lectores y lectores noveles que empiezan sus andanzas en el mundo de la literatura, pues a diferencia de otros libros de misterio, este resulta fácil de leer. Que no os engañen sus cerca de 500 páginas, porque vuelan casi tan alto como la imaginación de Rachel, nuestra protagonista.

La narración entrelaza a los tres personajes femeninos principales: Anna, Rachel y Megan, que relatan en primera persona y a modo de diario sus impresiones sobre una misma situación.
Rachel será quien desvele la trama desde su pobre vida. Los problemas con el alcohol y la frustración por su ruptura matrimonial años atrás acompañarán la aventura de esta mujer acostumbrada a dar todo por perdido. Es de destacar cómo se estructura casi a la perfección la imagen de una mujer desvaída y de bajo autoestima que lucha por salir de su situación a la par que se entrega a su adicción.
Anna hace el papel menos complejo a nivel psicológico y, no alejado de la realidad social de nuestro siglo. La actual mujer de Tom, exmarido de Rachel, solo se fija en su imagen, su familia y, en definitiva, su ombligo. Es una persona fatua y egocentrista que pondrá trabas a la “investigación” de Rachel durante toda la novela.

Por último, Megan será la víctima alrededor de la cual gire toda la trama y cuyos diálogos están enmarcados en un pasado del que se viene y va sin demasiadas complicaciones para la comprensión de la obra.

Los personajes masculinos, actúan como sospechosos del crimen, pero siempre en un segundo plano, lo que me recuerda a las novelas del realismo y naturalismo, donde las mujeres se hacían con el mando de la obra como consecuencia de la profundidad psicológica atribuida a las mismas.
Recuerdo, asimismo, sobre las pautas para una correcta correlación de hechos en un texto, que los sueños y las descripciones pormenorizadas debían limitarse, que los detalles debían  tener siempre un porqué y que los incidentes deben sucederse al ritmo que demanda el lector y no uno tras otro sin orden ni fijación. Todas estas cualidades se encuentran en esta novela. Yo diría que es el relato perfecto: la dosis exacta de sueño, el número preciso de personajes, la descripción justa y necesaria y, un vocabulario asequible, pero también rico en recursos.


Desde luego, hacía tiempo que un libro no me quitaba el sueño, concretamente desde la lectura del Psicoanalista de Jhon Katzenback por la que pasé más de una noche en vela. En cierto modo, esta obra se asemeja en cuanto al ritmo se refiere, en cómo los detalles se van dejando caer hasta que todo encaja y entonces ya no hay vuelta atrás. No les desvelo más, descúbranlo por ustedes mismos. 

martes, 28 de junio de 2016

Estado de interpretado

Después de una jornada de reflexión post-elecciones creo que ha llegado el momento de pensar aquí y ahora:
Aquí porque toda crítica que quede verbalizada a través de mi teclado está mediatizada por mi entorno y, sobre todo, los medios de mi entorno.
Ahora porque de no ser en este momento, podría no ser ¿o no estamos acaso sujetos a un sinfín de posibilidades, entre ellas la muerte? De ahí la densidad ontológica del “ahora” al que tanta gente teme estos días.
El resultado objetivo son 137 diputados para el PP, 85 para el PSOE, 71 para Unidos Podemos y 32 para Ciudadanos, según el especial que ofrece La Vanguardia, y si no me equivoco con la fecha o el ámbito territorial.
En cualquier caso, el PP es el claro ganador en tanto en cuanto es el único que ha mejorado en resultados con respecto a las anteriores votaciones, y quien más escaños ha sacado, pese a que no cuenta con la mayoría absoluta.
¿Tiene miedo España al cambio?¿son todos esos “nuevos votos” del PP personas que se arrepienten de votar a Ciudadanos? Para saber la respuesta a las principales cuestiones que se están debatiendo ahora mismo en los medios, habría que empezar por romper con el “Estado de interpretado” en que se encuentra el individuo actualmente. Es una idea que planteó Heidegger en un libro complejo como lo es Ser y Tiempo y que bien puede aplicarse a nuestra sociedad aun pasados unos cuantos años desde que se publicase en 1927.
El estado de interpretado propicia, entre otros aspectos, que hablemos con palabras de otros cuando decimos expresar nuestra opinión. Y pienso, ¿nos dan voz los medios  o somos nosotros quienes ejercemos de portavoces para los mismos?
Visto el vértigo con que transcurren los hechos en televisión, por ejemplo, yo diría que más bien nos atenemos a la segunda proposición de mi pregunta. Pocos piensan de manera autónoma en un país donde la mayoría se parte los cuernos para conseguir un puesto de funcionario público.
No nos culpo. No creo que la sociedad sea estúpida por no pensar, es más fácil así. Deslizarse por los días como un pétalo disecado en medio de la tormenta del sistema. Y si nos surge la duda encendemos la radio y Carlos Herrera, más del PP que nunca desde que comenzó a trabajar en la Cope, nos dice a quién no hay que votar. Y si encendemos la televisión y hacemos zapping podremos escuchar  periodistas, con y sin carrera, discutir con políticos por lo que es mejor para nosotros.
Todo ello lo asumimos con tanta naturalidad como con la que pasamos por encima de los cadáveres que nos muestran las imágenes de guerras en países tan lejanos que ni vale la pena pensar en ellos. Pero si volvemos la vista atrás, todos, o al menos la mayoría, coincide en que la teología medieval  fue una barrera para el desarrollo del pensamiento. Curiosamente casi nada cambió durante siglos. Mi cuestión es ¿cambia algo ahora? Elegir la estabilidad, es precisamente escoger lo contrario al cambio tal y como expresa perfectamente Iñaki Gabilondo en su reflexión. ¡Somos estatuas de sal!
Y es que parece que nadie fue capaz de apagar el televisor de la teología contemporánea y, los medios han hecho con las encuestas, y con nosotros, lo que han querido. Al final pudo el miedo, pero el miedo encendido por encuestas que parecían anunciar el fin del mundo.
Respeto todas y cada una de las opiniones, siempre y cuando éstas sean acordes a derechos humanos fundamentales y contrarias a la violencia, pero desde aquí invito a pensar, ¿de verdad es esa tu opinión?

Teresa Velasco Castillo


sábado, 25 de junio de 2016

San Juan 2016

Estoy parada y mi mirada hiperactiva como una metamorfosis de aguas enrojecidas al fuego de la noche.
Es San Juan y las hogueras tiñen de sangre la mar helada, fustigando las olas que se arrastran suplicando a los pies. Algunas señoras dejan caer el peso de sus cruces sobre un escabel y esperan con los ojos en ningún sitio a que la luna corte la piel entre sus dedos.

Luego de la esquina formada por dos toallas superpuestas para rozarse, una muchacha extiende su latifundio como un colchón de vida sobre la humedad de la tierra muerta. Yo voy descalza y con la pena de tu ausencia por mi mano abierta, pensando que tal vez de esto se pueda hacer poema.
Tal vez haya rigor entre todo este puñado de arena, pero hoy mi cuerpo está insoportable sin tus besos. Parece mentira que en un rincón de mi alma quepa tanta imaginación. Parece mentira que ni siquiera sepa si esto es un adiós.

La vida es un principio sin alma y no un alma principio de vida, después de todo parece mentira que este cielo no sea de imitación y la nube en mi cabeza plastilina. Es más, si uno mira con detenimiento puede quedar ciego por exceso de ilusión óptica.
Y pienso, ¿no es el momento perfecto para desmitificar tu imagen divina?
 Llanura de la melancolía, caleta de la esperanza, cante de cómo y dónde, por qué te has ido. Demás está decir que de este olvido queda una plaza para ti vacante.

El sol se asoma a mis puntos cardenales: secante y coseno. Congela el valor del ángulo como un florero abandonado en un vértice del cielo. Te echo de menos en cualquier parte. Tus ojos verdes como la madreselva siempre sorprenden mi caparazón de roca.
Fuimos llama en el fuego de la noche donde mis pies como reclusos han quedado enterrados. Queda un arrollo de cenizas y la mar, al rescate de los sueños inconclusos.


Teresa Velasco Castillo



domingo, 19 de junio de 2016

Entre Visillos

COMENTARIO ENTRE VISILLOS

Introducción


Entre visillos llegó a mí una mañana lluviosa de primavera donde cultura y deporte se juntaban sorprendentemente bajo la carpa en que se hacinaban los participantes de la última edición en la carrera de Cruz de Humilladero.
Lo escogí entre los restos de libros que regalaban un grupo de asociados de Libros Libres, como quien adopta un animal a punto de ser sacrificado. Rescaté a Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y a Emilia Pardo Bazán y volví a casa con el firme propósito de leerme las tres obras antes de acabar el verano.
Como es sabido, esta obra fue galardonada con el Premio Nadal en 1957, y ha formado parte de la literatura esencial de los últimos años en los libros de estudiante de bachiller. Su autora ha obtenido numerosos premios que no podemos obviar antes de comenzar esta reseña, e incluso la lectura del libro.

Argumento

Para comprender Entre visillos, hace falta desaprender todo aquello que el cine americano y la literatura comercial se ha empeñado en cincelar durante los últimos años en nuestra sociedad. Incluso yo dejaría atrás la clásica división: inicio, nudo  y desenlace.
La obra transcurre en una pequeña ciudad de provincias allá por la década de los sesenta en España. Se trata de historias que encuentran su nexo conforme transcurren las líneas del texto y que no destacan tanto por su trama como por el retrato que trazan de la época.
Julia es una mujer de 27 años que intercambia cartas con Miguel, su novio de Madrid. Es un personaje sumiso, religioso y fiel que se confiesa por el mero hecho de tener pensamientos impuros, algo casi impensable en la actualidad.

Los problemas para ella empiezan y acaban en el mismo punto: su autonomía. No es capaz de desobedecer a su familia e irse a Madrid con el hombre de sus sueños, pero tampoco tiene el valor de plantarle cara al mismo,  que la hace sufrir con sus repentinos cambios de opinión, exigencias y ausencias.

Sus hermanas Mercedes y Natalia, se empeñan durante gran parte de la obra en emparejarla con Federico Hortal, un muchacho de la zona que, por lo que se ve, parece muy interesado en ella.
Durante la obra, en cambio, Natalia descubre a través del personaje clave de la obra, Pablo Klein, que, con veintisiete años, su hermana necesita partir a Madrid a hacer su vida, antes que resignarse a lo que su tía y su padre le tratan de imponer.

Todo ello transcurre en una suerte de diálogos, encuentros y desencuentros por el vecindario, y más concretamente por el Casino, donde se organizan los principales eventos sociales que reúnen a la juventud de la época.

De otro lado, Goyita vuelve de un viaje a San Sebastián con su amiga Marisol, quien llamará notablemente la atención de los chicos al ser nueva en la localidad. El más subastado de todos ellos es Don Manuel Torre, un atractivo aviador que si bien se declina hacia el grupo de amistad de Goyita, no tiene reparos en hacer nuevas amistades, ni en bailar con cualquiera de las chicas nuevas.
Entre este simposio de personajes, aparecen Gertru y Ángel, una pareja a punto de casarse. Vuelve a reflejarse aquí la tradición de la época, la tendencia a relegar el rol de la mujer a un segundo plano, pues a pesar del amor que les une y las ganas de ella de acabar bachiller, Ángel le pide que se limite a escoger detalles de su nueva casa y aprender recetas que cocinar para él.
La boda se gestiona como un torrente inagotable de compromisos en los que Lydia, la suegra, arrastra a Gertru, que casi no intercambia palabra con su novio durante el proceso de preparación de la ceremonia.

Sin orden alguno, Pablo Klein, joven profesor que llega para trabajar un trimestre en el Instituto, toma el mando de la narración en determinados capítulos donde describe su experiencia al paso por la provincia. Nada más llegar, este joven se encuentra que el director del Instituto, Don Rafael Domínguez ha muerto días atrás. Al acudir al velatorio conoce a sus hijos Teo y Elvira y, desde ese momento, empieza a sentir debilidad por la chica.

Su historia, sin embargo, no se queda ahí. El joven visita el Casino y se hace amigo de Emilio, cuyo carácter es extrovertido, pero algo pesado. Asegura haber salido con Elvira, quien negará automáticamente la relación con éste, a pesar de haberla tenido. A raíz de esta relación de amistad, Pablo conoce a un grupo numeroso de chicos que le llevaran por los guateques y zonas de moda en la ciudad y, a través de los cuales también conocerá a Rosa, animadora de uno de aquellos antros en los que se juntan los chavales. El personaje quedará atrapado entre estas dos relaciones, si bien su inclinación última es hacia Elvira, mucho más distante que Rosa quien enseguida se acercará a él e incluso será su vecina durante un tiempo.

Ya más al final de la obra, se generará un vínculo especial entre este joven profesor y Natalia, la hermana menor del trío protagonista quien a través de los consejos de Pablo, convence a su padre para que deje partir a la hermana mayor y le permita estudiar una carrera, aspecto este último, que queda un poco en el aire.

En general, es un hecho muy extendido, y desgraciadamente real, el de considerar los estudios como algo secundario e innecesario en el caso de la mujer. Este personaje, Natalia, más oculto en el inicio de la novela, irá tomando importancia conforme avanza la trama y, su decisión acerca de hacer carrera marcará el final de este conjunto de historias entrelazadas. Pablo Klein será el empuje y el cambio que estos personajes necesitan para empezar a tomar decisiones por sí mismos en vez de atenerse a las normas impuestas socialmente por los mayores.

Reflexión

Curiosamente los tres libros que escogí aquel día tienen, o adivino que tendrán, numerosos aspectos en común, con la salvedad de que cada uno retratará la zona más cercana a su autora, como en el caso de Emilia con las montañas gallegas.

La literatura castellana de la época está plagada de libros, limitados al diálogo y el retrato de unos años que marcaron la historia de nuestro país. Es el caso de la Colmena de Camilo José Cela o la novela neorrealista de El Jarama, por Rafael Sánchez Ferlosio.

Son libros cuyo sentido se remite a su tiempo y, aunque el género podría repetirse en la actualidad, seguramente los diálogos y el reflejo de la decadencia perderían mucho. ¿Se imaginan una reunión en los pub de hoy día? La sutileza a la hora de entablar una relación o las restrictivas normas sociales a las que especialmente las mujeres estaban sujetas ya no tienen sentido ¿o acaso alguien con 27 años se compromete a no llegar después de las diez a casa?

También Serrat dedicó su Poco antes de las diez a una joven que podría enmarcarse entre los personajes del libro que tratamos.

En relación al aspecto estético-narrativo, destacar la mezcla de narrador externo e interno. Durante la mayoría del libro será Pablo Klein el único personaje en contar desde su punto de vista la historia, si bien ya por los últimos capítulos, Natalia narra su experiencia en la pedida de Gertru y Ángel.

Los matices sociales de aquellos años captaron especialmente mi atención, por ejemplo cómo Elvira se toma en serio y tan en serio el luto por su padre, olvidándose de algo tan inocente como ir al cine hasta pasado lo menos un año, cuando al fin podía calzar medias grises.

Es un tiempo donde el cine casi podría parecer un pecado, tal como el cura le advierte a Julia en una confesión de esta última. Se trata de elementos que hoy pasan inadvertidos y que suponían un conflicto social importante en la vida de estos personajes. De todos estos aspectos, por supuesto el más importante, son los estudios, tanto para hombres como para mujeres. Ellas, como ya mencionamos con anterioridad, se plantean estos como algo secundario que solía abandonarse antes de alcanzar niveles superiores. Para ellos era una salida, como vemos en el hermano de Elvira y Emilio, el preparar oposiciones para notario u otros cargos administrativos que se escogían no por vocación, sino por salida.


Aunque todo ello ha cambiado mucho actualmente, siguen existiendo paralelismos en relación a la libertad de decisión en muchos jóvenes ¿hacemos lo que de verdad amamos o buscamos salidas prácticas en tiempos de crisis? Creo que salvando el contexto que nos acompaña, debemos escuchar siempre a aquello que de verdad nos llama, incluso si nos lleva a un callejón sin salida ¿o no?




Teresa Velasco Castillo

domingo, 12 de junio de 2016

Suicida en tu mar

Ojalá estos días durasen para siempre. A ratos soy feliz y a ratos escribo y, en muy pocas ocasiones, la realidad me golpea con su forma de ser tan particular. Prometo escribir relatos y reseñas, pero de mientras la poesía no deja de llamar a mi puerta. 

El mar alcanzó tu vista y cristalizó para siempre en mi mundo,
en mi laguna mental de lapsos desprendidos.
Vivo en la ilusión acerada con la luz de tu mar incandescente.

Muero asida al Ser polimórficamente aburrido de la ciudad
que estalla  cuando tus labios se curvan ascendentes.
Tu azul envilece mis colores, tu aroma es licor de sueño
en el que me gusta ahogarme durante horas.

Desde que te veo he mejorado mi aptitud como suicida:
me gusta hacerme daño con tu cuerpo,
dormirme en tu recuerdo y no despertar.

Me gusta el tiempo muerto, disuelto en tu forma de vida.
Suicida, unida a la causa de quien estima el amor.

No tengo otro propósito que seguir muriendo en tu sonrisa,
láminas de hielo que cortan como cuchillos,
homicidios a la razón precipitados a mí como el hastío.

Cada párrafo es un lugar paradisíaco donde los escritores
y poetas hacen con nosotros su estribillo.

Nadie sabe del desorden de mi mar en tu mundo cristalizado,
las altisonancias musicales de un filón inagotable de luz sola
poesía abstracta, mas despojada de anécdota,
Belleza mayor de lo eterno franqueando la cresta de las olas.

El mar solo y su extraña forma de violencia.
En ti mi poema va encontrando su carne
y no es posible obviar la incongruencia
de estas  vampíricas frases
 adelgazando mis venas de sangre.

Solo hay una forma de zafarse de todas las palabras y los versos:
dejarse llevar por la intriga, caer en tu principio de antigravedad,
y que todo lo que perseguí se escape entre las rocas rasgando mi piel.

Imaginaré tus besos en otras bocas,
alargándome en tan cruel y equilibrada batalla,
por aire, tierra, agua y fuego, ciega estaba.

La muerte son las alas del tiempo
que a cada segundo funden tu nombre,
la eterna dualidad en el alma del hombre,
desde que te hiciste mar en mi mundo.


Teresa Velasco Castillo


miércoles, 8 de junio de 2016

Cursilerías y otros poemas


Este poema lo publico después de una ráfaga de inspiración que no cesa. Hay más que guardaré, pero de momento dejo este aperitivo para quienes disfruten de la lectura en verano. 

La lluvia pasa  por debajo de mi alma
volviendo oscuras las raíces del poeta.
El viento todo transforma
en un ir y venir de azul calma.

Llega el estío y blanquea las noches
con cretonas de colores rojigualda.
Un gran telón de primavera,
cosido con la flor de los jazmines,
su olor a las esquinas de la noche lleva.

Con las medias grises arranca mi alivio de luto,
anochecer solitario de un azul pequeño.
Mi infancia es una niña  celofán,
un cielo de moraga cuya estrella
 abril enterró meses atrás.

Nada más quisiera que involucrarme hacia el sentido
De lo eterno, reflejarme entre las nubes, solapada,
Mantenerme libre de ambiciones que no sean tú
Y ese azul infinito en tu mirada adolescente,
Descendente como el agua que nos marca el camino.

La lluvia estallará y me arrastrará con ella,
Al fondo de la tierra me llevará el viento,

Moriré sin dejar  estela y me habré ido
con la ironía de lo incierto y el dolor
del amor no correspondido.

Teresa Velasco Castillo 



lunes, 30 de mayo de 2016

Miénteme una eternidad

Por fin tiempo para seguir con mi afición a la poesía. Hoy casi me escapo del gimnasio con este poema haciendo eco en mi cabeza. Mucha filosofía, pero también mucho vacío y angustia. Espero que lo disfruten. 

Tengo una vacante en el espejo
y a pesar de los cambios siempre es igual.
Un entrar y salir de mi existencia como el poeta de su expresión,
como el atleta de su camino.

Tengo agujetas en el corazón de verte, aliento de vida, que palpita en el Cosmos.
Mi sangre está llena del enigma que hermana lo vivo con lo incierto,
recorrido de ida, circulación sin retorno, trombo de agua en el desierto.

Esta es mi forma humana en potencia:
soledad incesante y honesta,
huesos hambrientos de infinito que se abren paso en el “yo” de las palabras
mientras pasa la vida en punto muerto.

Miro al cielo cerrarse hacia mi espalda,
madre que va haciendo acopio de Belleza,
y así nos lo expresan guirnaldas en la noche.
Me asomo al final de tu cintura,
 acodada en la corteza de nubes de cristal
y  te suplico con mis ojos:
-          Noche,  “miénteme una eternidad”.





 Teresa Velasco Castillo

viernes, 27 de mayo de 2016

Saltar

Llegué hacia la mitad de septiembre. Después de un viaje interminable creí que al fin pisaba tierra y en medio de aquellas pistas heredadas del franquismo quise poner en pie mi nuevo hogar.
Al segundo mes ya estaba más institucionalizada que el viejo Brooks en Cadena perpetua, solo que al salir de esos muros volvía  mi conciencia y todo se relativizaba. En cualquier caso, echaba y echo de menos las sensaciones de mis primeros días lanzando a canasta bajo la atenta mirada de un sol que hoy completa su ciclo.
Supongo que la esperanza ha terminado por volverme loca y eso me ha mantenido siempre con vida, pero ahora que acaba el año, y por primera vez "tengo algo pendiente", el pabellón resulta más gris y vacío, aun con todo un curso esperando graduarse.
Me doy cuenta de que la tormenta ha causado estragos en mis manos. Tengo las uñas más escondidas que nunca. Desiguales por parejo. Inhabilitadas para deshacer los nudos que se amotinan en mi garganta queriendo salir Dios sabe por dónde.
No puedo culpar a nadie de mi fracaso como atleta, porque por más que me empeñe, mi talón de Aquiles me seguirá doliendo literal y metafóricamente. Pero de haber sido más joven, aún estaría dando las gracias por la oportunidad de ser como el resto, porque en el fondo siempre he querido ser como esos jóvenes que saltan y vuelan con alas en los pies.
En parte sé que nunca podré volar como ellos. Soy mucho más terrenal, mucho más inestable y una completa extraña de mí misma.  Me desconozco tanto que hasta me extraño cuando hago las cosas bien. Y después de cientos de vueltas de vals a la orilla de mis posibilidades, no descarto llegar una mañana de junio y saltar más alto que nunca, pero tampoco creo en los milagros.  

“Largo y escabroso es el camino, que del infierno conduce a la luz” decía Morgan Freeman en una de sus grandes interpretaciones. Pues bien, del infierno se puede salir, así que  el cielo no debe de ser tan difícil de alcanzar. 

Teresa Velasco Castillo

sábado, 14 de mayo de 2016

Discurso de presentación




Como consecuencia de las felicitaciones de todos los que estuvisteis ayer en la presentación de mi primer libro, y de aquellos que por uno u otro motivo no pudieron asistir, adjunto a continuación el discurso con el que di paso a este proyecto, que como ya dije, es de todos. 



Buenas tardes. En primer lugar agradecer el enorme esfuerzo de todos los presentes, familiares, amigos y más amigos, especialmente a Paco y a Jorge por tan magnífica presentación.
Como puedo observar la mayoría sabéis de qué va esto de escribir, pero para los que aún no lo tienen muy claro, me dispongo a hacer públicos los ingredientes, hasta ahora secretos, de el poema.
No hará falta que tomen nota, porque posiblemente esta receta no sirva ni siquiera para mi misma una vez que salga de esta sala. La literatura, como la vida, no está hecha de fórmulas matemáticas como me hubiese gustado de pequeña. No, lo más cercano a la vida es la poesía y, si me apuras, el atletismo: una carrera de fondo con obstáculos arbitrarios que cada uno salva según su circunstancia y sus posiblidades.
El primer ingrediente que tienen que asegurarse de comprar es la intención. Llamémosle ganas, interés, constancia e incluso cabezonería. Yo diría que en mi caso obsesión por  metas tan inalcanzables como las de hoy.
No voy a mentir y a contar la historia del niño que soñaba que escribía, porque no es así. Solo una profesora, y no está aquí, es consciente de lo que digo: mi agenda estaba llena de sus firmas cuando cursaba primaria. Mi pasión eran, como dije antes, las matemáticas. Exactas y concisas. Pero pronto, descubrí los renglones torcidos de Dios y me di cuenta de que aquello tenía de todo menos sentido.
El desencadenante de  aquella metamorfósis fue una cinta de Sabina, aparecida un sábado de limpieza general. En seguida me enamoré de su voz ronca, sus canciones, sus letras, su persona y su personaje y, como dije antes, lo llevé a la misma obsesión.
No tenía ni 12 años, no me gustaba leer y, de pronto, me encantaba. Deboré todas las biografías habidas y por haber antes de que a mi padre le diese tiempo de leer el prólogo de un libro, que compró para él. Y, por supuesto, como buena periodista me documenté a fondo de todas las influencias de este autor, leyendo uno por uno todos los libros que recomendaba, escuchando las canciones a las que aludía en sus canciones, los autores con cualquier tipo de relación…
Y hasta ahí el primer ingrediente. El segundo yo diría que poca gente lo tiene. Son unos padres como los míos. Ellos han aguantado mis dudas antes de que existiera wikipedia, ellos se han sacado dos veces primaria, dos veces secundaria, dos veces bachiller,dos veces el First de Cambriadge,  una carrera de periodismo, un primero de TAFAD y, en este momento, están repitiendo 3º y 5º de primaria con mis hermanos.
Es más, ellos han aguantado el más duro de los ingredientes para estos poemas: el desequilibrio.
Todo iba de maravilla hasta que llegó Baudelaire y sus poemas malditos y las influencias negativas del mundo del periodismo.
Empecé copiando a toda prisa los rótulos de cada noticia, madrugando para leer el twitter, y aprovechando cada minuto para poder entrenar duro por las tardes y lograr mi otro gran objetivo: las olimpiadas. Sí, soy experta en objetivos inalcanzables y este es uno de ellos.
Pronto dejé de comer, de relacionarme, y, en definitiva, de vivir. Y todo ello lo soportaron mis padres, en primera persona del singular y del plural.
Llegado ese punto, algo me decía que necesitaba escribir y así hice. De esa época tengo poemas como el espejo que no creo que pueda escribir ahora ni nunca. La muerte como un hecho anecdótico, más o menos presente a lo largo de muchos poemas. La muerte es algo con lo que toca convivir y da miedo, pero no por ello hay que achantarse, por eso escribí, más recientemente, este poema a mi abuelo, porque nunca he aceptado los eufemismos con los que se anuncia la muerte a un niño.
Pero no nos centremos en lo malo, la inspiración, también es cierto, llega trabajando. Y trabajar es, como decía Balzac, plantar el culo en la silla y escribir y leer y volver a leer y escribir hasta que salga algo que entredientes pueda aprobar pasajeramente. En eso sí se asemeja la ciencia a la literatura: ningún poema es definitivo, siempre es suceptible de ser refutado.
Para ello, se sobre entiende, hace falta unos padres que te mantengan económica y literalmente. También vale una pareja como la que tenía Vargas Llosa hasta hace poco.
Y ya, la última pizca de sal la ponen el conjunto de capullos que salieron conmigo y, en algún momento, destrozaron mi vida para que yo pudiera construirla con versos.
No solo ellos hacen los poemas de amor. También la imaginación, mucha imaginación y amores platónicos como el del poema Amor Secreto

Con esta última intervención me despido y animo a todos y todas los jóvenes y no tan jóvenes a escribir. Pero, por favor, no sazonen en exceso sus poemas, recuerden que la claridad, como dijo Ortega y Gasset, es la cortesía del filósofo. 



Teresa Velasco Castillo. 

viernes, 29 de abril de 2016

Viceversa

Hoy, después de un tiempo con el ordenador fuera de servicio, tengo el placer de compartir un poema reciente y distinto que surge a raíz de escuchar repetidamente  a la Orquesta Mondragón. Espero que les guste como ha quedado. 


Fatigoso, mordaz, ignorante de tu piel,
irracional, como el corazón que habito
de espaldas al cielo del que he sido
y soy testigo:  neón, lejano, inquieto y desconocido.

Corazón de almidón, anuncio y profecía.
La muerte me acompaña hecha cenizas,
se balancea por los cauces de hormigón de acera,
en las ciudades en guerra, en las guerras de la ciudad.
La ayuda humanitaria llega tarde
para salvar al mundo de su soledad.

Lenta como este trastorno mal llamado,
mi memoria se detiene, cada segundo
a contemplar tu corazón vacío
a naufragar por tus calles de perfil cambiante
como una identidad autista de palabras.

Corazón aquejado por “mal de amores”,
eco de silencios eternos que van y vienen
en el sístole y diástole de la válvula tricúspide.

Corazón semilunar, luna traviesa, mitral,
fosa oval, amante de la necesidad convexa,
pericardio visceral y terrestre, temporal,

tangible, infinito, “para siempre” y viceversa. 



Teresa Velasco Castillo

viernes, 18 de marzo de 2016

El inquilino

Es increíble el poder del inconsciente que, queriendo escribir de la vida, siempre acabo hablando de la muerte. Espero que les guste este poema de desamor. 


EL INQUILINO

En un trastorno de desiertos amueblados,
que viva y muera  mi palabra al mismo tiempo
es la ironía con que decimos cierto
que nada o todo debería  haber cambiado.

¿Qué puede hacer una niña atrapada
en un cuerpo de mujer con vocación moribunda?

Para hacer justicia, infancia mía de polvo, escala de gris.
Indiferente se ha vuelto la vida,
cuando es sin ti.

¿Qué espíritu ruin, negro y desprendido de moral
me acusa de hurtar las flores del desierto?

Que con enhiesto, firme pavimento
habré de enfrentarme a mi ventura,
la locura con que azoto oscuridades
buscándote en los ecos que retienen tu voz.

Cierto, no merezco los muebles de mi cuerpo
¿para qué si tú no pagas tu alquiler?

Deja mi alma en su ciudad talada,
cierra ventanas, que con el frío no se cuaje tu recuerdo,

pero abre la puerta de mi piso por si pasa un nuevo inquilino.

Teresa Velasco Castillo