Aquí dejo mi primer reportaje sobre la conciliación. Espero que os guste. Debo decir que no es nada fácil escribir. Ahora valoro mucho más esta profesión. El periodismo merece seguir existiendo. Después de todo, se trata de un oficio sin el que muchos no podríamos vivir:
Conciliación:
¿También en crisis?
Las nuevas reformas agravan la
situación en familias trabajadoras
La
mañana del diez de septiembre Pilar Castillo despertó de un sobresalto en la oscuridad. Era de
noche, pero había que levantarse. Casi
lograba retomar la costumbre de dormir
cerca de ocho horas. Casi había llegado a sentirse como en la infancia;
sin prisas, sin plazos, sin horarios… ajena a todo lo referido al tiempo.
Pilar
dejó descansar sus brazos sobre el lavabo al tiempo que un mechón, todavía
revuelto del verano, rompía con la homogeneidad de sus cabellos dorados. Su
piel había dejado de ser blanca, pero solo por unos meses. Era una pena.
Tomó
aire, café y unas tostadas. Cogió fuerzas de donde había acumulado y
reemprendió la batalla de la cotidianeidad. Fue necesario engrasar los resortes
de la rutina. Fue necesario desvelar el
sueño de una niña de cinco años. Había que hacerlo.
El
aula matinal es una alternativa casi obligada para las mujeres que, como
Pilar, cabalgan entre un trabajo
remunerado y otro no reconocido. Conciliar es hoy obrar en el mundo capitalista
sin renunciar a la producción de
servicios para el autoconsumo familiar.
Madres,
abuelas e hijas que se sumen cada mañana
en un ir y venir de ruidos, caravanas, quehaceres y, por supuesto, urgencia. Mucha urgencia. Todas
tienen algo en común. Todas tienen la
suerte y la desgracia de vivir en España.
Hoy,
según afirma Francisca Díaz Fernández, Trabajadora Social, “en el camino hacia
la conciliación real es necesario un compromiso político y social” y, “desde
que empezó la crisis, España no logra salir bien parada en las estadísticas
europeas”.
Sí,
la crisis mundial está afectando seriamente a la igualdad real de las mujeres,
pero es la política del gobierno español
la que daña la legislación avanzada de la que hasta ahora
podíamos presumir. Esa legislación que
“tanto esfuerzo le ha costado no solo a los gobernantes precedentes, sino a las
personas profesionales de las instituciones públicas, a la ciudadanía en general
y al movimiento asociativo de mujeres en especial”.
Pilar con su hijo mediano en la barriada del Palo |
Las
ocho en punto. Por un momento Pilar
tiene la sensación de que la jornada acaba cuando ni siquiera ha tenido
comienzo. Entonces, pone el motor en marcha y mira como la ciudad se hace
pequeña a través del retrovisor. Las calles podrían ser las mismas que en los
años 20, cuando prevalecía el discurso de domesticidad sin vacilación alguna y
se ignoraba cualquier principio de igualdad.
Ahora, cualquier disparidad se disfraza y las
barreras pasan a ser transparentes, sin que por ello dejen de estar ahí.
“Las mujeres nos movemos entre ese techo de cristal y un suelo pegajoso con muchos obstáculos familiares, sociales, empresariales o institucionales que impiden participar del mundo laboral productivo y remunerado” asegura Francisca
¿Por
qué la conciliación sigue viéndose como un problema de mujeres y no de toda la
sociedad? ¿Por qué todavía un 14% de los jefes de quienes se acogen a una
excedencia o reducción de jornada se muestran beligerantes ante este derecho?
Para
Inmaculada Velasco García, madre primeriza, lo ideal sería trabajar a media
jornada: “Ahora mismo he dejado de dar clases para cuidar a mis hijos y aún así
es complicado, pero yo quiero trabajar”, asegura.
“La
educación es muy importante y hay que
concienciar a las futuras generaciones. Si
los niños se acostumbran a verme trabajar fuera de casa y crecen en un
entorno donde las tareas estén divididas, probablemente, sigan el ejemplo en su
futuro familiar”.
Aun
así, Inmaculada considera que el género femenino lo tiene todavía muy difícil en la sociedad,
pues, a la hora de tomar decisiones y realizar las labores domésticas “la carga
mental y física es de la mujer”.
Esperanza
Vargas, maestra en el C.I el Eden, coincide con que la mentalidad es esencial:
“La mujer lleva históricamente implícita la carga doméstica y es necesario un
cambio de mentalidad para las próximas generaciones”, declara.
HACIA UN FUTURO INCIERTO
Seguir en este camino no es una revolución, sino una evolución natural y necesaria.
Francisca
Díaz Fernández:
La igualdad real de la mujer
es una necesidad social y política de cualquier sociedad que se precie, y va
mucho más lejos de la
corresponsabilidad en el hogar o de la
eficacia de los avances tecnológicos introducidos en el hogar, se trata de que
hombres y mujeres puedan decidir y
construir la sociedad que desean de forma conjunta, el camino es difícil pero necesario.
Aunque en los momentos actuales vivamos no ya un estancamiento, sino
un grave retroceso, la igualdad es imparable. Si las mujeres llevamos siglos
luchando para ello, ahora no vamos a parar, y en esta tarea las mujeres
jóvenes, y los hombres de la nueva masculinidad
van a jugar un papel importantísimo, mirando a la sociedad con “LAS GAFAS DE LA IGUALDAD”: cuando te las pones puedes ver la realidad y la evolución histórica de las mujeres, y
cuando te las quitas, nunca más dejarás de verla.
Inmaculada
Velasco García:
A la hora de la verdad, por mucho que el hombre ayude, en
asuntos domésticos la voz la cantante es de la mujer, así como las decisiones y
responsabilidades que de ellos se derivan. Las nuevas tecnologías suponen un
avance y una ayuda en cuanto al tiempo, pero no suponen la equidad en las
labores. Lo más fundamental es la educación y generaciones como nuestra no está concienciada. Eso está
cambiando y por ello hay que educar.
Por otra parte, mi marido dice que la evolución de las
tecnologías va en paralelo con la incorporación del hombre en las tareas del
hogar, tanto la de aquellos que colaboran con su pareja, como la de los hombres
que viven solos. Desde mi punto de vista esta evolución ha ido con los tiempos,
la investigación y la inversión de las empresas capitalistas en proyectos
tecnológicos.
Josefa Rodríguez
Galán:
A nivel de participación de tareas
domésticas, se ha avanzado mucho desde que la mujer está integrada en le mundo
laboral. Ya no hay tanta discriminación en ese sentido y es algo en lo que la
sociedad va a seguir progresando.
Pilar Castillo Romero:
Estamos claramente ante un
retroceso. Nos encontramos abuelas que asumen roles que no le corresponden y
niños que aprenden antes palabras en otros idiomas por cuidadoras extranjeras
que el suyo propio. Asimismo, haciendo uso de todo lo que está a nuestro
alcance, vemos también en este panorama a menores que pasan horas frente a
consolas, televisiones, ordenadores y dispositivos portátiles mientras sus
padres acaban las tareas.
¿Colaboras o concilias?
Pilar
divisa un claro a lo lejos. Por la
ventana que da a su mesa se pasean nubarrones negros que amenazan con
liberar una tormenta. No tiene
tiempo de retomar la última valoración
cuando suena el teléfono.
- ¿Si…, Pilar?
- ¿Sí? Sí… soy yo –responde desde un rincón
atestado de papeles.
- ¡Ah! Hola Pilar, soy María José. Llamaba
porque Belén ha vomitado en clase.
Parece “destempladilla”, es posible que tenga un virus de esos que se cogen ahora con los cambios de temperatura, ya sabe…
Unos
segundos de silencio.
-
Ahora vamos por ella –contesta sabiendo
que por “vamos” quiere decir “voy”.
Una
vez más, antes de iniciar su marcha, repasa la larga lista de tareas aún
pendientes. Se enfunda un chaquetón propio de entretiempo. Probablemente inútil
para el clima que hace. Llaves, móvil,
bolso, mochila, portátil, llueve...
Un
viento ligero le ayuda a poner los pies en tierra. Mientras arranca, escribe un
mensaje a su marido, quien hace su vida más fácil pues colabora en algunas
tareas. Eso sí, no por ello puede hablarse de corresponsabilidad.
“Por
más flexibilidad en los horarios laborales o servicios de apoyo familiar que
una sociedad tenga, es esencial la
participación del hombre en el hogar y ésta nunca debe entenderse como
colaboración, sino como corresponsabilidad”
advierte Díaz Fernández.
La
no participación del varón supone no solo una “doble jornada de trabajo para
las mujeres”, sino que se trata de “una visión tradicional y machista de la
sociedad, que asigna el trabajo y los roles en función del sexo”. La sociedad
actual “requiere romper con esta visión androcentrista y patriarcal”.
Toda
medida será en vano si, como apunta Pedro Romero-Nieva en el IV Encuentro sobre
conciliación de Yo Dona, la implicación del hombre “no es de al menos un 50%”.
Mujeres al poder
Pilar
baja del coche toda despeinada. El sudor brota en su sien. El trabajo, las responsabilidades…
todo se escurre por unas manos que no
dan abasto.
Maria
José, de aspecto menudo y dicharachero, espera en secretaría. Imparte inglés,
castellano, matemáticas, y enseña toda suerte de canciones a los niños y niñas
de infantil. Belén, llorosa, va de su mano.
- Siento el retraso –se excusa Pilar todavía
acelerada por la cuesta.
- No se preocupe, Belén está mejor. Hemos
estado en el comedor tomando una
manzanilla muy rica ¿Verdad? –dice simpática mientras ladea su cabeza hacia la
niña. Ésta corre a agazaparse junto a su madre.
Las
esquinas siguen reteniendo el agua mientras transcurren diez minutos en los que
se explica lo sucedido entre halagos y disculpas.
Poco después de salir, Pilar se siente
desfallecer. Es casi media mañana y necesita de una “Cola light” para controlar
sus niveles de azúcar. De pronto, “maximizar”
se convierte en una palabra que le viene
grande.
Según el enfoque de la Escuela de Chicago la
división del trabajo se realiza “maximizando” las necesidades del hogar. Cada
familia produce valores distintos en función de su tiempo.
El
problema es que en la actualidad las mujeres no cuentan con ese tiempo. Estamos ante un retroceso que, en
opinión de expertos, se debe al descenso
de la representación femenina en el Gobierno.
Según se refleja en informes recientes como el que presenta María R.Sahuquillo para el reportaje de El País, que las mujeres no
superen el 30% de los altos cargos ha terminado por notarse.
Sin
embargo, como apunta Francisca, se puede
observar un empeño continuado de los políticos por hacer invisible la desigualdad real de la
mujer.
El
23 de diciembre del pasado año, Europa Press recogía las declaraciones que Soraya Sáenz de Santamaría daba a los medios
al término del Consejo de Ministros. Según la ministra de Presidencia y
portavoz del Gobierno, “en el trabajo no hay distinción de género” y Mariano
Rajoy “no ha nombrado a sus ministros por consideración de hombres y mujeres”
sino que “ha elegido los que en este momento histórico ha considerado más
adecuados”.
Si
se pone el punto de mira en la Ministra
de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, cuando hay
un asesinato de alguna mujer a
manos de sus parejas, ex novios o compañeros,
se refiere a ellos como «violencia en el
entorno familiar». Esto contraviene la
nomenclatura consensuada en la UE y la ONU (Pekín 1995) relativa a
la violencia ejercida contra las Mujeres, así como la propia Ley Orgánica
1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Mujeres y hombres. Poder y toma de decisiones
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Mujeres en el Gobierno según periodo.
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Unidades: número / porcentaje
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2011
|
2010
|
2009
|
2008
|
2007
|
2006
|
|
Número total de carteras
|
13
|
15
|
17
|
17
|
16
|
16
|
% mujeres
|
30,8
|
46,7
|
52,9
|
52,9
|
43,8
|
50
|
Fuente: Elaboración del Instituto de la Mujer.
En
efecto, esta descompensación se advierte, y no solo en las fotografías o las
políticas legislativas y de igualdad. Se nota en informes internacionales como
el Índice Global sobre Desigualdad de Género 2012, que evalúa hasta 135 Estados sirviéndose de parámetros tales
como el acceso igualitario a atención médica, educación, economía y
participación política. Islandia, Finlandia y Noruega se encuentran entre los
primeros puestos del ranking.
Noruega
es un país rico, desarrollado y avanzado en cuestiones de bienestar social y de
igualdad. “Esto no se ha producido de forma automática” asegura Francisca, sino
que se trata de logros sociales, de “Gobiernos
que han legislado leyes y políticas adecuadas en temas de paridad”.
Noruega
es el primer país en establecer cuotas y, en la actualidad, es el único caso de
paridad no solo en su Gobierno, sino en los Consejos de administración de las
empresas. Francisca Díaz Fernández insiste sobre esta cuestión: “es el único
caso en el que el incumplimiento de la ley conlleva sanción”.
Atendiendo
a este índice, Noruega puede considerarse uno de los mejores países para ser
madre:
Una mujer noruega que dé hoy a luz habrá elegido el momento para quedarse embarazada, después de recibir 18 años de educación y utilizar métodos anticonceptivos para tener el control sobre su vida sexual. Tras el parto, asistido por personal sanitario, disfrutará de una baja maternal de entre 46 y 56 semanas. Muy difícilmente, verá morir a su hijo antes de que cumpla los cinco años. Si todo va bien, vivirá hasta los 83 años.
Muy
por el contrario, en países situados al final del ranking como Chad, Yemen o Afganistán, ser madre es una temeridad:
Una mujer afgana, el mismo día, tiene un alto riesgo de morir durante el parto ya que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, una de cada ocho mujeres fallece por complicaciones antes o después de dar a luz. Esto se debe, en la mayoría de los casos, a la falta de asistencia médica, que apenas roza el 14%. Esta mujer, que sólo ha ido al colegio cinco años y no ha accedido a anticonceptivos modernos (sólo el 16% los usa), vivirá casi la mitad que la noruega: 44 años.
Durante su vida, probablemente tenga que sufrir la pérdida de al menos uno o varios de sus hijos/as que, antes de llegar a los cinco años, morirá por alguna enfermedad fácilmente evitable.
Pero ¿Qué es de España? España ha retrocedido 14 puestos en el Índice Global de
Igualdad de Género del Foro Económico Mundial. Concretamente cae del puesto 12
al 26. Y es que, tal y como apunta Díaz Fernández, “no se trata sólo de los
recortes en políticas de igualdad o en
medidas contra la violencia de género. Hablamos de la eliminación de organismos históricos de igualdad previstos
en los Presupuestos Generales del Estado”.
Hogar, dulce hogar
Pilar
llega a su siguiente parada: “La casa de la abuela”. Un hogar de paredes
amarillentas con la justa decoración de interiores; las fotos de los nietos, el
cuadro apagado de una boda de antaño, un florero con flores de plástico y ese
televisor que dice cosas sin sentido durante todo el día. Las horas caminan lentas
entre los pilares que dan al patio. Un olor a puchero devuelve la agilidad
suficiente a quien antes fuera reina de la casa. Eso y la “Cola light” bastan
para dejar a salvo a su hija e ir de vuelta al trabajo.
No
es extraño recurrir a las abuelas en
estas situaciones. España es un país con una fuerte tradición familiarista.
Según revela Gosta Esping-Andersen en su estudio, los españoles tienen una alta dependencia de sus familias en la solución de problemas de cuidados. El efecto más visible de esta dependencia es
un retroceso de la oferta de trabajo del lado femenino.
Inmaculada,
a pesar de dedicar tiempo al cuidado de
sus hijos, ha hecho uso de la guardería. “Yo prefiero estar con ellos”,
confiesa, “tengo amigas que trabajan fuera y dejan a sus hijos todo el día con
las abuelas o en guarderías. Muchas se sienten mal por ello y al mínimo
accidente no dudan en echarse la culpa”.
Además, los estudios demuestran que la crisis
no afecta por igual a hombres que a mujeres. Inicialmente, el derrumbe de la burbuja del ladrillo
golpeó mayoritariamente a los hombres. Sin embargo, con la caída posterior
del sector servicios, seguida de los recortes públicos en sectores
mayoritariamente feminizados como
sanidad, educación y servicios de bienestar social, el empleo femenino
se ha visto gravemente perjudicado.
Josefa
Rodríguez Galán, trabajadora social en AMAPPACE (Asociación Malagueña de Padres
Paralíticos Cerebrales), advierte que “con los recortes en servicios sociales
muchas actividades de nuestro sector se ven afectadas ya que hemos de atender a
los mismos usuarios con menos recursos. Si antes la administración concedía mil
euros por persona ahora no llega a ochocientos.”
Por
su parte, Esperanza Vargas, empleada en
el sector de la educación, destaca que es en “actividades extraescolares” donde
más se nota la crisis.
Un martes a la hora de la siesta
Pilar corre a terminar en unas horas la faena de
toda una mañana entera sin olvidar que,
a las cuatro y media sale Salvi de clase. Salvi es el hijo mediano de la
familia. Hoy empieza el futbol y sus horarios implican la necesidad
de llevarlo todo “atado”.
En
resumidas cuentas tiene apenas un par de horas para cruzar la ciudad; preparar
una comida rápida, saludable y que agrade a todos por igual; recoger a Belén; ir a por Salvi, dejarlo en el futbol y
recogerlo una hora más tarde.
Tal
vez se trate de tres horas, pero, ¿qué
más da? El reloj está ahí y a Pilar le cuesta no mirar de reojo a cada
instante. En realidad, le gustaría impedir el curso al tic-tac amenazante que
oprime su muñeca. Y todavía queda trabajo acumulado.
Es
complicado organizar así la jornada. Según el módulo sobre conciliación entre
la vida laboral y familiar de la Encuesta de Población Activa llevado a cabo en
2010, el 27’5% de los asalariados no puede modificar su horario laboral por
motivos familiares. Solo un 6’4% de los asalariados entre 16 y 64 años tienen
horario totalmente flexible, aunque un 40’9% más declara que, en general, es
posible modificarlo por razones familiares.
Salvador
Velasco García, responsable sindical a nivel andaluz del SUP (Sindicato
Unificado de Policía), opina al respecto:
Ante la evidencia de que son insuficientes las medidas de conciliación, (insuficiencia que se ha visto incrementada por la crisis) y que la transversalidad se ha quedado como un concepto vacío, son las familias las que con sus propios recursos enfrentan esta situación.
Sindicato unificado de policía reunido para la foto de navidad. Salvador en el centro de la imagen
|
Es
martes a las cinco de la tarde. El sol comienza a hacerse hueco entre las nubes
sin demasiada decisión. Ilumina, refleja, deslumbra. No calienta. Pilar alza la
vista y no puede evitar un “taco” al recordar que, después de una mañana
atravesando la fauna y la flora de Málaga, al coche no le queda gasolina.
Ley
primera del conductor: si no llenas el depósito, el vehículo no anda. Por
suerte, los automóviles, más o menos recientes (en este caso un Peugeot 206 de
apenas seis años), guardan algunas reservas para casos de emergencia. No queda
más remedio que tirar de ellas.
Soñar en voz alta
Varias
horas después, a dos minutos de llegar a casa, Pilar para a repostar. Salvi y
Belén, que esperan en los asientos de atrás, se pisan las palabras con el afán
de relatar todo lo aprendido a lo largo del día. Mientras hablan, lo llenan
todo de “gusanitos” y marcan sus pies en la parte trasera de la silla del
conductor.
-
Salvi ¿cuántas veces te he dicho que no
pongas los pies ahí? Como lo vea papa…
-
¡Mama!, Salvi me ha dicho… –Interrumpe Belén.
-
¡Silencio, por favor! Cada uno a su sitio he
dicho. A mirar por la ventana. Voy un momento a pagar ¿podré volver sin qué os
hayáis peleado?
Salvi y Belén miran cada uno por su ventana.
Ya anochece. Pilar apoya sus brazos sobre el mostrador de la gasolinera y se
concede la licencia de soñar en voz alta con el verano.
Reportaje elaborado por: TERESA VELASCO
CASTILLO