Nadie dijo que fuera fácil, ni mucho menos para siempre. Cada vez más siento que mi vida se atropella, que esas huellas están desdibujadas, que esos sueños ya no llegan ...
Fugaz como huella en la
orilla de una playa,
intensa como el olor de la
primavera,
no permitas que me valla,
o te perderás en la espera.
Corres a mi encuentro y no
te esperaba;
por tu impaciencia sospecho
que partirás mañana
y en el espejo compruebo,
que de la niña que era,
apenas queda nada.
Cada día el último, cada día el primero,
cada día un camino de hierba crecido,
cada día el anhelo de
descubrir un mundo nuevo.
Tormenta de sentimientos a
los que no pongo orden en mi pensamiento,
corazón acelerado por besos
que aún no he dado,
por amores aún no vividos,
por la mirada de unos ojos,
que en la playa de los
míos, a la caída de una tarde recalaron.
Risas en la boca y en el alma de jóvenes que juegan al abrigo
del ocaso.
Cuando el tren en el que
viajo,
con billete de ida sin
retorno,
este llegando a su última
parada
y hacia atrás vuelva la
mirada,
recordaré con gesto casado,
lo ayer vivido y hoy
soñado.
Añoranzas de mis amigos del
aula,
del cálido abrazo de las
alas de mis padres,
de un torpe corazón
adolescente,
que aprendía a ser
valiente,
en un mundo de cobardes.
(Teresa Velasco Castillo)
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