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jueves, 24 de enero de 2013

Conciliación: ¿También en crisis?



Aquí dejo mi primer reportaje sobre la conciliación. Espero que os guste. Debo decir que no es nada fácil escribir. Ahora valoro mucho más esta profesión. El periodismo merece seguir existiendo. Después de todo, se trata de un oficio sin el que muchos no podríamos vivir: 


Conciliación: ¿También en crisis?

Las nuevas reformas agravan la situación en familias trabajadoras

La mañana del diez de septiembre Pilar Castillo despertó  de un sobresalto en la oscuridad. Era de noche, pero había que levantarse. Casi  lograba retomar la costumbre de dormir  cerca de ocho horas. Casi había llegado a sentirse como en la infancia; sin prisas, sin plazos, sin horarios… ajena a todo lo referido al tiempo.

Pilar dejó descansar sus brazos sobre el lavabo al tiempo que un mechón, todavía revuelto del verano, rompía con la homogeneidad de sus cabellos dorados. Su piel había dejado de ser blanca, pero solo por unos meses. Era una pena.

Tomó aire, café y unas tostadas. Cogió fuerzas de donde había acumulado y reemprendió la batalla de la cotidianeidad. Fue necesario engrasar los resortes de la rutina.  Fue necesario desvelar el sueño de una niña de cinco años. Había que hacerlo.

El aula matinal es una alternativa casi obligada para las mujeres que, como Pilar,  cabalgan entre un trabajo remunerado y otro no reconocido. Conciliar es hoy obrar en el mundo capitalista   sin renunciar a la producción de servicios para el autoconsumo familiar.

Madres, abuelas e hijas que se sumen cada mañana  en un ir y venir de ruidos, caravanas, quehaceres  y, por supuesto, urgencia. Mucha urgencia. Todas tienen algo en común. Todas  tienen la suerte y la desgracia de vivir en España.

Hoy, según afirma Francisca Díaz Fernández, Trabajadora Social, “en el camino hacia la conciliación real es necesario un compromiso político y social” y, “desde que empezó la crisis, España no logra salir bien parada en las estadísticas europeas”.

Sí, la crisis mundial está afectando seriamente a la igualdad real de las mujeres, pero es la política del gobierno  español  la que daña  la legislación avanzada de la que hasta ahora podíamos presumir. Esa legislación  que “tanto esfuerzo le ha costado no solo a los gobernantes precedentes, sino a las personas profesionales de las instituciones públicas, a la ciudadanía en general y al movimiento asociativo de mujeres en especial”.

Pilar con su hijo mediano en la barriada del Palo

Las ocho en punto. Por un momento  Pilar tiene la sensación de que la jornada acaba cuando ni siquiera ha tenido comienzo. Entonces, pone el motor en marcha y mira como la ciudad se hace pequeña a través del retrovisor. Las calles podrían ser las mismas que en los años 20, cuando prevalecía el discurso de domesticidad sin vacilación alguna y se ignoraba cualquier principio de igualdad.
 Ahora, cualquier disparidad se disfraza y las barreras pasan a ser transparentes, sin que por ello dejen de estar ahí.

 “Las mujeres nos movemos entre ese techo de cristal y un suelo pegajoso con muchos obstáculos familiares, sociales, empresariales o institucionales que impiden participar del mundo laboral productivo y remunerado” asegura Francisca

 ¿Por qué la conciliación sigue viéndose como un problema de mujeres y no de toda la sociedad? ¿Por qué todavía un 14% de los jefes de quienes se acogen a una excedencia o reducción de jornada se muestran beligerantes ante este derecho?

Para Inmaculada Velasco García, madre primeriza, lo ideal sería trabajar a media jornada: “Ahora mismo he dejado de dar clases para cuidar a mis hijos y aún así es complicado, pero yo quiero trabajar”, asegura.

“La educación es muy importante  y hay que concienciar a las futuras generaciones. Si  los niños se acostumbran a verme trabajar fuera de casa y crecen en un entorno donde las tareas estén divididas, probablemente, sigan el ejemplo en su futuro familiar”.

Aun así, Inmaculada considera que el género femenino  lo tiene todavía muy difícil en la sociedad, pues, a la hora de tomar decisiones y realizar las labores domésticas “la carga mental y física es de la mujer”.

Esperanza Vargas, maestra en el C.I el Eden, coincide con que la mentalidad es esencial: “La mujer lleva históricamente implícita la carga doméstica y es necesario un cambio de mentalidad para las próximas generaciones”, declara.


HACIA UN FUTURO INCIERTO
Seguir en este camino no es una revolución, sino una evolución natural y necesaria.

Francisca Díaz Fernández:

  La igualdad real de la mujer es una necesidad social y política de cualquier sociedad que se precie, y va mucho más lejos de la corresponsabilidad en el hogar  o de la eficacia de los avances tecnológicos introducidos en el hogar, se trata de que hombres y mujeres  puedan decidir y construir la sociedad que desean de forma conjunta, el camino es  difícil pero necesario.

Aunque  en los momentos  actuales vivamos no ya un estancamiento, sino un grave retroceso, la igualdad es imparable. Si las mujeres llevamos siglos luchando para ello, ahora no vamos a parar, y en esta tarea las mujeres jóvenes, y los hombres de la nueva masculinidad  van a jugar un papel importantísimo, mirando a la  sociedad con “LAS  GAFAS DE LA IGUALDAD”: cuando te las pones puedes ver la realidad  y la evolución histórica de las mujeres, y cuando te las quitas, nunca más dejarás de verla.

Inmaculada Velasco García:

A la hora de la verdad, por mucho que el hombre ayude, en asuntos domésticos la voz la cantante es de la mujer, así como las decisiones y responsabilidades que de ellos se derivan. Las nuevas tecnologías suponen un avance y una ayuda en cuanto al tiempo, pero no suponen la equidad en las labores. Lo más fundamental es la educación y generaciones como  nuestra no está concienciada. Eso está cambiando y por ello hay que educar.

Por otra parte, mi marido dice que la evolución de las tecnologías va en paralelo con la incorporación del hombre en las tareas del hogar, tanto la de aquellos que colaboran con su pareja, como la de los hombres que viven solos. Desde mi punto de vista esta evolución ha ido con los tiempos, la investigación y la inversión de las empresas capitalistas en proyectos tecnológicos.

Josefa Rodríguez Galán:

A nivel de participación de tareas domésticas, se ha avanzado mucho desde que la mujer está integrada en le mundo laboral. Ya no hay tanta discriminación en ese sentido y es algo en lo que la sociedad va a seguir progresando.

Pilar Castillo Romero:

Estamos claramente ante un retroceso. Nos encontramos abuelas que asumen roles que no le corresponden y niños que aprenden antes palabras en otros idiomas por cuidadoras extranjeras que el suyo propio. Asimismo, haciendo uso de todo lo que está a nuestro alcance, vemos también en este panorama a menores que pasan horas frente a consolas, televisiones, ordenadores y dispositivos portátiles mientras sus padres acaban las tareas.  

¿Colaboras o concilias?

Pilar divisa un claro a lo lejos.  Por la ventana  que da a su mesa  se pasean nubarrones negros  que  amenazan  con  liberar una  tormenta. No tiene tiempo  de retomar la última valoración cuando suena el teléfono.

-          ¿Si…, Pilar?

-         ¿Sí? Sí… soy yo –responde desde un rincón atestado de papeles.

-    ¡Ah! Hola Pilar, soy María José. Llamaba porque  Belén ha vomitado en clase. Parece “destempladilla”, es posible que tenga un virus de esos que se cogen  ahora con los cambios de temperatura, ya sabe…

Unos segundos de silencio.

-          Ahora vamos por ella –contesta  sabiendo  que por “vamos” quiere decir “voy”.

Una vez más, antes de iniciar su marcha, repasa la larga lista de tareas aún pendientes. Se enfunda un chaquetón propio de entretiempo. Probablemente inútil para el clima que hace. Llaves, móvil,  bolso, mochila, portátil, llueve...

Un viento ligero le ayuda a poner los pies en tierra. Mientras arranca, escribe un mensaje a su marido, quien hace su vida más fácil pues colabora en algunas tareas. Eso sí, no  por ello puede  hablarse de corresponsabilidad.

“Por más flexibilidad en los horarios laborales o servicios de apoyo familiar que una sociedad tenga,  es esencial la participación del hombre en el hogar y ésta nunca debe entenderse como colaboración, sino como corresponsabilidad”  advierte Díaz Fernández.

La no participación del varón  supone  no solo una “doble jornada de trabajo para las mujeres”, sino que se trata de “una visión tradicional y machista de la sociedad, que asigna el trabajo y los roles en función del sexo”. La sociedad actual “requiere romper con esta visión androcentrista y patriarcal”.

Toda medida será en vano si, como apunta Pedro Romero-Nieva en el IV Encuentro sobre conciliación de Yo Dona, la implicación del hombre “no es de al menos un 50%”.

Mujeres al poder

Pilar baja del coche toda despeinada. El sudor brota en su sien. El trabajo, las responsabilidades… todo se  escurre por unas manos que no dan abasto.
Maria José, de aspecto menudo y dicharachero, espera en secretaría. Imparte inglés, castellano, matemáticas, y enseña toda suerte de canciones a los niños y niñas de infantil. Belén, llorosa, va de su mano.

-        Siento el retraso –se excusa Pilar todavía acelerada por la cuesta.

-     No se preocupe, Belén está mejor. Hemos estado en el comedor  tomando una manzanilla muy rica ¿Verdad? –dice simpática mientras ladea su cabeza hacia la niña. Ésta corre a agazaparse junto a su madre.

Las esquinas siguen reteniendo el agua mientras transcurren diez minutos en los que se explica lo sucedido entre halagos y disculpas.

 Poco después de salir, Pilar se siente desfallecer. Es casi media mañana y necesita de una “Cola light” para controlar sus niveles de azúcar. De pronto,  “maximizar” se convierte en  una palabra que le viene grande.

 Según el enfoque de la Escuela de Chicago la división del trabajo se realiza “maximizando” las necesidades del hogar. Cada familia produce valores distintos en función de su tiempo.
El problema es que en la actualidad las mujeres no cuentan con  ese tiempo. Estamos ante un retroceso que, en opinión de expertos,  se debe al descenso de la representación femenina en el Gobierno.

 Según se refleja en informes recientes  como el que presenta  María R.Sahuquillo  para el reportaje de El País,  que las mujeres no superen el 30% de los altos cargos ha terminado por notarse.

Sin embargo,  como apunta Francisca, se puede observar un empeño continuado de los políticos por  hacer invisible la desigualdad real de la mujer.

El 23 de diciembre del pasado año, Europa Press recogía las declaraciones que  Soraya Sáenz de Santamaría daba a los medios al término del Consejo de Ministros. Según la ministra de Presidencia y portavoz del Gobierno, “en el trabajo no hay distinción de género” y Mariano Rajoy “no ha nombrado a sus ministros por consideración de hombres y mujeres” sino que “ha elegido los que en este momento histórico ha considerado más adecuados”.

Si se pone el punto de mira en  la Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, cuando  hay  un  asesinato de alguna mujer a manos de sus parejas,  ex novios o compañeros, se refiere a ellos  como «violencia en el entorno familiar». Esto contraviene  la nomenclatura consensuada en la UE y la ONU  (Pekín  1995) relativa a la violencia ejercida contra  las Mujeres, así como la propia Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

Mujeres y hombres.  Poder y toma de decisiones
Mujeres en el Gobierno según periodo.
Unidades: número / porcentaje
2011
2010
2009
2008
2007
2006
Número total de carteras
13
15
17
17
16
16
% mujeres
30,8
46,7
52,9
52,9
43,8
50
Fuente: Elaboración del Instituto de la Mujer.

En efecto, esta descompensación se advierte, y no solo en las fotografías o las políticas legislativas y de igualdad. Se nota en informes internacionales como el Índice Global sobre Desigualdad de Género 2012,  que evalúa hasta  135 Estados sirviéndose de parámetros tales como el  acceso igualitario  a atención médica, educación, economía y participación política. Islandia, Finlandia y Noruega se encuentran entre los primeros puestos del ranking.
Noruega es un país rico, desarrollado y avanzado en cuestiones de bienestar social y de igualdad. “Esto no se ha producido de forma automática” asegura Francisca, sino que se trata de logros sociales,  de “Gobiernos que han legislado leyes y políticas adecuadas en temas de paridad”.

Noruega es el primer país en establecer cuotas y, en la actualidad, es el único caso de paridad no solo en su Gobierno, sino en los Consejos de administración de las empresas. Francisca Díaz Fernández insiste sobre esta cuestión: “es el único caso en el que el incumplimiento de la ley conlleva sanción”.
Atendiendo a este índice, Noruega puede considerarse uno de los mejores países para ser madre:

Una mujer noruega que dé hoy a luz habrá elegido  el momento para quedarse embarazada, después de recibir  18 años de educación y utilizar métodos anticonceptivos para tener el control sobre su vida sexual. Tras el parto, asistido por personal sanitario, disfrutará de una baja maternal de entre 46 y 56 semanas. Muy difícilmente, verá morir a su hijo antes de que cumpla los cinco años. Si todo va bien, vivirá hasta los 83 años.
Muy por el contrario, en países situados al final del ranking como  Chad, Yemen o Afganistán,  ser madre es una temeridad:
Una mujer afgana, el mismo día, tiene un alto riesgo de morir durante el parto ya que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, una de cada ocho  mujeres fallece  por complicaciones antes o después de dar a luz. Esto se debe,  en la mayoría de los casos,  a la falta de asistencia médica, que apenas roza el 14%. Esta mujer, que sólo ha ido al colegio cinco años y no ha accedido a anticonceptivos modernos (sólo el 16% los usa), vivirá casi la mitad que la noruega: 44 años.
Durante su vida, probablemente tenga que sufrir la pérdida de al menos uno o varios de sus hijos/as que, antes de  llegar a los cinco años, morirá por alguna enfermedad fácilmente evitable.
Pero ¿Qué es de España? España ha retrocedido 14 puestos en el Índice Global de Igualdad de Género del Foro Económico Mundial. Concretamente cae del puesto 12 al 26. Y es que, tal y como apunta Díaz Fernández, “no se trata sólo de los recortes  en políticas de igualdad o en medidas contra la violencia de género. Hablamos de la eliminación de  organismos históricos de igualdad previstos en los Presupuestos Generales del Estado”.  

Hogar, dulce hogar

Pilar llega a su siguiente parada: “La casa de la abuela”. Un hogar de paredes amarillentas con la justa decoración de interiores; las fotos de los nietos, el cuadro apagado de una boda de antaño, un florero con flores de plástico y ese televisor que dice cosas sin sentido durante todo el día. Las horas caminan lentas entre los pilares que dan al patio. Un olor a puchero devuelve la agilidad suficiente a quien antes fuera reina de la casa. Eso y la “Cola light” bastan para dejar a salvo a su hija e ir de vuelta al trabajo.

No es  extraño recurrir a las abuelas en estas situaciones. España es un país con una fuerte tradición familiarista. Según  revela  Gosta Esping-Andersen en su estudio,  los españoles tienen una alta dependencia  de sus familias en  la solución de problemas de cuidados.  El efecto más visible de esta dependencia es un retroceso de la oferta de trabajo del lado femenino.

Inmaculada, a pesar de dedicar  tiempo al cuidado de sus hijos, ha hecho uso de la guardería. “Yo prefiero estar con ellos”, confiesa, “tengo amigas que trabajan fuera y dejan a sus hijos todo el día con las abuelas o en guarderías. Muchas se sienten mal por ello y al mínimo accidente no dudan en echarse la culpa”.

 Además, los estudios demuestran que la crisis no afecta por igual a hombres que a mujeres. Inicialmente,  el derrumbe de la burbuja  del ladrillo  golpeó   mayoritariamente  a los hombres. Sin embargo, con la caída posterior del sector servicios,  seguida de  los recortes públicos en sectores mayoritariamente feminizados como  sanidad, educación y servicios de bienestar social, el empleo femenino se ha visto gravemente  perjudicado.

Josefa Rodríguez Galán, trabajadora social en AMAPPACE (Asociación Malagueña de Padres Paralíticos Cerebrales), advierte que “con los recortes en servicios sociales muchas actividades de nuestro sector se ven afectadas ya que hemos de atender a los mismos usuarios con menos recursos. Si antes la administración concedía mil euros por persona ahora no llega a ochocientos.”

Por su parte,  Esperanza Vargas, empleada en el sector de la educación, destaca que es en “actividades extraescolares” donde más se nota la crisis.

Un martes a la hora de la siesta

 Pilar  corre a terminar en unas horas la faena de toda una mañana entera  sin olvidar que, a las cuatro y media sale Salvi de clase. Salvi es el hijo mediano de la familia. Hoy empieza  el  futbol y sus horarios implican la necesidad de llevarlo todo “atado”.
En resumidas cuentas tiene apenas un par de horas para cruzar la ciudad; preparar una comida rápida, saludable y que agrade a todos por igual; recoger a Belén;  ir a por Salvi, dejarlo en el futbol y recogerlo una hora más tarde.

Tal vez  se trate de tres horas, pero, ¿qué más da? El reloj está ahí y a Pilar le cuesta no mirar de reojo a cada instante. En realidad, le gustaría impedir el curso al tic-tac amenazante que oprime su muñeca. Y todavía queda trabajo acumulado.

Es complicado organizar así la jornada. Según el módulo sobre conciliación entre la vida laboral y familiar de la Encuesta de Población Activa llevado a cabo en 2010, el 27’5% de los asalariados no puede modificar su horario laboral por motivos familiares. Solo un 6’4% de los asalariados entre 16 y 64 años tienen horario totalmente flexible, aunque un 40’9% más declara que, en general, es posible modificarlo por razones familiares.

Salvador Velasco García, responsable sindical a nivel andaluz del SUP (Sindicato Unificado de Policía), opina al respecto:
Ante la evidencia de que son insuficientes las medidas de conciliación, (insuficiencia que se ha visto incrementada por la crisis) y que la transversalidad se ha quedado como un concepto vacío, son las familias las que con sus propios recursos enfrentan esta situación.


Sindicato unificado de policía reunido para la foto de navidad. Salvador en el centro de la imagen

Es martes a las cinco de la tarde. El sol comienza a hacerse hueco entre las nubes sin demasiada decisión. Ilumina, refleja, deslumbra. No calienta. Pilar alza la vista y no puede evitar un “taco” al recordar que, después de una mañana atravesando la fauna y la flora de Málaga, al coche  no le queda gasolina.

Ley primera del conductor: si no llenas el depósito, el vehículo no anda. Por suerte, los automóviles, más o menos recientes (en este caso un Peugeot 206 de apenas seis años), guardan algunas reservas para casos de emergencia. No queda más remedio que tirar de ellas.

Soñar en voz alta

Varias horas después, a dos minutos de llegar a casa, Pilar para a repostar. Salvi y Belén, que esperan en los asientos de atrás, se pisan las palabras con el afán de relatar todo lo aprendido a lo largo del día. Mientras hablan, lo llenan todo de “gusanitos” y marcan sus pies en la parte trasera de la silla del conductor.

-          Salvi ¿cuántas veces te he dicho que no pongas los pies ahí? Como lo vea papa…

-          ¡Mama!, Salvi me ha dicho… –Interrumpe Belén.

-          ¡Silencio, por favor! Cada uno a su sitio he dicho. A mirar por la ventana. Voy un momento a pagar ¿podré volver sin qué os hayáis peleado?

 Salvi y Belén miran cada uno por su ventana. Ya anochece. Pilar apoya sus brazos sobre el mostrador de la gasolinera y se concede la licencia de soñar en voz alta con el verano.

Reportaje elaborado por: TERESA VELASCO CASTILLO 


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