Bienvenida

La vida es irónica:
Se necesita TRISTEZA para conocer la FELICIDAD, RUIDO para apreciar el SILENCIO y AUSENCIA para valorar la presencia

Etiquetas

Arte (1) Concursos (1) Entrevistas (8) Eventos (17) Libros (15) Periodismo (44) Poemas (111) Reflexiones (77) Relatos (5)

martes, 20 de diciembre de 2016

Respondiendo a Mariángeles Aguilar



Bueno, ya hace unos días de esta pregunta que a través de Facebook se planteaba mi amiga. Hoy por fin puedo hacer algo parecido a una respuesta: 

¿Qué es el amor en su sentido más abstracto? ¿Hay un estado de peligro y un estado de bienestar?

El amor en su sentido más abstracto es un ave rapaz como el azor o el gavilán. Personalmente, yo lo entiendo como el halcón que se eleva, una vez muere, para posarse en el Árbol del Paraíso, o estado de bienestar por el que me preguntas.
El halcón se representa en las artes suntuarias andalusíes, asociado al jinete y a su caballo o cabalgando sobre éste último sin ataduras humanas. Es, por todo ello, el amor más puro a la naturaleza color malva que hemos oscurecido con eufemismos del amor en su no sentido más profundo.
El amor en su sentido más abstracto no puede ser sino ansias mullidas fluyendo por la sangre de la bella y la bestia que llevamos por dentro.
Es la génesis de ciertos elementos únicos entre enjambres de sueños que retuercen las alas de las gaviotas que se empeñan en sustentar su vuelo sin batidas. Pero nunca es estático. El viento matinal a veces se estremece y forja las pesadillas que retiran el sentido original de la palabra. Bajo el peso del cuerpo áspero y torpe empezamos a creer en un estado de bienestar físico y olvidamos que el amor siempre oscila más inclinado hacia la metafísica. Por eso solo puede conocerse el estado de peligro: la unión del hombre y su adicción.
El amor sufre cuando sentimos especial interés por la caza de su esencia, así como los musulmanes lo sentían con la caza de aves nobles. Solo lo haremos cognoscible en el poema revelado de la sombra en la tranquila noche.
 Nadie me entiende si digo que del verano amo la tormenta, que de la muerte es morir lo que menos me preocupa, que del silencio solo espero la parte incómoda y el duelo. Nadie me cree si digo que mi mayor amor nunca fue correspondido y que de aquellos que en el sentido convencional del amor me corresponden apenas he querido por momentos a algún hombre.

Así que no espero responder a tu pregunta, como no creo que ningún científico termine de aceptarse en su teoría. Todo queda sujeto a revisiones, salvo las médicas que nunca me gustaron.  Si tengo que morir de amor, no necesito anestesias. 



Teresa Velasco Castillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario