Bueno, ya hace unos días de esta pregunta que a través de Facebook se planteaba mi amiga. Hoy por fin puedo hacer algo parecido a una respuesta:
¿Qué es el amor en su sentido más abstracto? ¿Hay un estado
de peligro y un estado de bienestar?
El amor en su sentido más abstracto es un ave rapaz como el
azor o el gavilán. Personalmente, yo lo entiendo como el halcón que se eleva,
una vez muere, para posarse en el Árbol del Paraíso, o estado de bienestar por
el que me preguntas.
El halcón se representa en las artes suntuarias andalusíes,
asociado al jinete y a su caballo o cabalgando sobre éste último sin ataduras
humanas. Es, por todo ello, el amor más puro a la naturaleza color malva que
hemos oscurecido con eufemismos del amor en su no sentido más profundo.
El amor en su sentido más abstracto no puede ser sino ansias
mullidas fluyendo por la sangre de la bella y la bestia que llevamos por
dentro.
Es la génesis de ciertos elementos únicos entre enjambres de
sueños que retuercen las alas de las gaviotas que se empeñan en sustentar su
vuelo sin batidas. Pero nunca es estático. El viento matinal a veces se
estremece y forja las pesadillas que retiran el sentido original de la palabra.
Bajo el peso del cuerpo áspero y torpe empezamos a creer en un estado de
bienestar físico y olvidamos que el amor siempre oscila más inclinado hacia la
metafísica. Por eso solo puede conocerse el estado de peligro: la unión del hombre
y su adicción.
El amor sufre cuando sentimos especial interés por la caza
de su esencia, así como los musulmanes lo sentían con la caza de aves nobles.
Solo lo haremos cognoscible en el poema revelado de la sombra en la tranquila
noche.
Nadie me entiende si
digo que del verano amo la tormenta, que de la muerte es morir lo que menos me
preocupa, que del silencio solo espero la parte incómoda y el duelo. Nadie me
cree si digo que mi mayor amor nunca fue correspondido y que de aquellos que en
el sentido convencional del amor me corresponden apenas he querido por momentos
a algún hombre.
Así que no espero responder a tu pregunta, como no creo que
ningún científico termine de aceptarse en su teoría. Todo queda sujeto a
revisiones, salvo las médicas que nunca me gustaron. Si tengo que morir de amor, no necesito
anestesias.
Teresa Velasco Castillo
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