Noche de lluvia y poesía ¿se puede pedir más?
La noche aún no aparece en su gloria arquitectónica,
hallazgos numismáticos y epigráficos del astro celeste.
La noche se afirma en la laguna bibliográfica y agreste
del que quiso sublimar su instinto desde el relámpago
veloz de la idea
Es un fenómeno común y extraño, madre y maestra.
Bitácora de brújula sin destino
que a todas circunstancias conduce.
Ligera y salvaje como la marea espumosa
que ha robado la luz de las estrellas medievales.
Y tiene algo de andaluz, un origen califal, un acento
nebuloso,
un lienzo y contrafuerte de alargadas verdugadas de
ladrillos
y sillares. Sin duda más prolífica en calidad que el día
y más profunda y rencorosa que la luz de las grandes
auroras.
La noche se repite en diferentes zonas:
Con distinta inclinación, la luna es la única inscripción
que aparece.
La espero para que el miedo se apodere de mis manos
y escriban con los grandes sueños que solo la muerte
anuncia.
Ahora sus marcas son muy finas, apenas visibles y
esquemáticas,
pero sé que si la espero, calzará las calles mientras los
aprendices
de manos de maestros y oficiales se mojan con la lluvia
y se forjan en las fraguas de su oscuro ministerio.
Teresa Velasco Castillo
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