Por fin tiempo para seguir con mi afición a la poesía. Hoy casi me escapo del gimnasio con este poema haciendo eco en mi cabeza. Mucha filosofía, pero también mucho vacío y angustia. Espero que lo disfruten.
Tengo una vacante en el espejo
y a pesar de los cambios siempre es igual.
Un entrar y salir de mi existencia como el poeta de su
expresión,
como el atleta de su camino.
Tengo agujetas en el corazón de verte, aliento de vida, que
palpita en el Cosmos.
Mi sangre está llena del enigma que hermana lo vivo con lo
incierto,
recorrido de ida, circulación sin retorno, trombo de agua en
el desierto.
Esta es mi forma humana en potencia:
soledad incesante y honesta,
huesos hambrientos de infinito que se abren paso en el “yo”
de las palabras
mientras pasa la vida en punto muerto.
Miro al cielo cerrarse hacia mi espalda,
madre que va haciendo acopio de Belleza,
y así nos lo expresan guirnaldas en la noche.
Me asomo al final de tu cintura,
acodada en la corteza
de nubes de cristal
y te suplico con mis
ojos:
-
Noche, “miénteme
una eternidad”.
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