Cansada de siempre lo mismo, siempre los mismos anuncios, las mismas agonías, las mismas noticias...
Me aburren los que hablan para confirmar sus creencias,
los impacientes, los que irrumpen continuamente para
acallar.
Me aburre llenar el espacio con el tiempo del que no
dispongo
para decorar de adolescencia los pasillos de mi casa.
Me aburre el europeísmo que no ve en el lenguaje más allá del logos.
El sentido del relato es la aventura y en su lectura
acontece lo afectivo
¿por qué conformarnos con el peso de la palabra
en vez de abrir nuestras narices a las ráfagas que exhala?
Me aburre, de verdad, las frases de un mismo tono,
acentuadas en presente.
Me aburre lo grandilocuente en la política y solo en la
esdrújula muerte me veo.
Así, mi espíritu se hunde de afirmaciones sin demasiado peso
Y otra vez los murmullos, caricias, torbellinos, quedan
ridículos a conceptos reducidos.
¡Cómo me aburre, sinceramente, trabajar la voz que habla y
no la lengua que besa!
¿cómo sino iba a beber del “reino feliz” en la desesperanza?
¿cómo, sin un refresco
que hiciese arder nuestra garganta? ¿cómo no ver el cielo en
el infierno del consumo?
Me aburro de lo siempre nuevo en las mismas temporadas,
ahora artículos de continuidad en mitad de las rebajas.
Me aburre, de verdad, el cuerpo y su fisiología incansable.
Siempre con hambre y hambriento de significado. Siempre
ignorante y arrogante.
Siempre en su aliteración de palabras que despueblan la
lengua que lo habita,
la habitación que separa a los amantes.
Me aburre ver que “de aquí en adelante” se reiteran las
formas de poesía que conozco
que no hay nada ornamental más allá de lo intangible
que las vocales no responden al arte de tus manos frías
consolando el ser-en-común de esta regla de tres sin
solución posible.
Me aburren las entidades viejas, no menos que las modernas.
Esas personas que se declaran asociales en plena reunión de
idiotas.
Me aburren los que buscan la aprobación de los artistas
mientras éstos en su silencio se aburren, y a su modo y a su
forma quieren
ser como el idiota que admira su columna semanal en las
revistas.
Por Teresa Velasco Castillo
Enhorabuena Tere! Me encanta tu reflexión
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