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domingo, 7 de julio de 2013

EL INGREDIENTE


No sería la primera vez que termino por “ensuciarme” las manos con asuntos que escapan a las mismas. Pero es que una envejece (cada vez más rápido) y se le olvida incluso lo escrito.
El caso es que la poesía como forma de vida, como metafísica del lenguaje, compleja, sencilla, siempre vuelve.
Estos días asistí a un curso en el que al fin cuentan más las personas que su currículo.  Los bares más que las aulas. 

Tal vez fuese esa  visita al viejo aroma del chocolate. Fiel Manquita… encuentros que te cambian o al menos lo intentan. Tal vez lo consigan.

¿Quién sabe?, de momento ¿Se atreven con la poesía?


Se preguntaba Bécquer qué es la poesía y supo dar su repuesta. Explícita, sencilla y sobre todo expresiva, porque, ¿qué nos queda después de la palabra? ¿Qué es el arte sino un revés a la guerra invisible del día a día? ¿Qué es poesía? se preguntaba.



Un poema es la experiencia de un “Hopper” o tal vez  ese faro que dota de vista al ciego. Poesía es imagen, comunicación, autocrítica. Cualquier mensaje dispuesto al humor. A lo absurdo e inesperado. Una forma de ser, un carácter ritual o tal vez ese sentimiento estético que a través de sus redes nos conecta a algún mundo.

Así, cada poeta, inclusive el que no lo es, trata de interpretar fragmentariamente el lírico enigma  encerrado en la poesía.

 Mas solo alcanza el pedestal de la vida aquel dispuesto a ver más allá. 


Decía Ramón Nieto que el escritor es “ese alguien”  que pone todo su empeño en hacer aquello que no sabe.

Tal vez se trate de ese ingrediente que otorgan los diablillos -sabios  que palidecen sobre el reverso de la barra-  al caldo contado de media noche.

Tal vez, ¿Quién sabe? Puede que “Todo sea literatura” tal y como afirma Perlado desde su siglo, allá sentado en lo sencillo.

 Para escribir basta con improvisar, con jugar a cambiar las cosas de sitio.  Basta comprender que una dama es la única mujer del ajedrez.

Basta  dotar de significado a aquellas palabras tristes que quedaron sin compañera de juego: Alameda, patria, primavera… usarlas siempre en su medida, procurando el equilibrio entre la memoria y  el olvido,  sin caer en la nostalgia.

Solo así, si fundimos los conocimientos de la experiencia con los axiomas de dichos sabios, lograremos ese encuentro que deja fluir las cosas. Pensamiento único. Poesía. Ahora.


(Teresa Velasco Castillo Málaga a 7  de Julio de 2013). 

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