Después de un tiempo de cambios, vuelvo a introducirme en la rutina del poema. Os dejo con el de esta semana, espero que lo disfruten:
Extraña es mi isla y el carácter que la enferma,
extraño su sabor de notas sin resacas en la lengua,
el desacuerdo en sus aristas
como un biotopo de octavas nuevas.
Isla de tantos caminos como hombres en su recorrido,
como tantos caminos en las piernas de los hombres.
Mi isla no necesita un andamiaje literario,
es principio y final, acción plausible sin moraleja,
una broma pesada, un relato irreflexivo,
contar ovejas...
A veces, también vacía, se asoma a sus extremos
Y salta al pánico común de los desiertos.
A veces es grava ardiente y solo a veces lejanía
petrificada en el abrazo de sus ráfagas de viento.
Extraña la miro en tercera persona
y entonces la sé vulnerable y hermosa.
La oigo bajo mis pies y ando entre sus piedras
tan insegura como la continuación de mis huellas.
Porque es extraña esta vida y su sonoro de vez en cuando,
sus días ausentes y encalados de lluvia,
como firme resistencia a lo inmediato que la inunda.
Mi isla es un verso fugaz en el más práctico de los
sentidos,
una estrella que se remonta por encima de las reglas.
derrochando su luz sobre la herida del poema.
Teresa Velasco Castillo
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