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sábado, 15 de marzo de 2014

"Un nuevo caso de..."

Informativos que “aturden”


No se trata de qué te cuenten, sino de cómo lo cuenten. Sin duda, José María Calleja sabe “agarrar por la solapa” a su público. Lo comprobé ayer mismo. Harta de invitados que recitan, como pasajes de biblia, los manuales y códigos deontológicos del periodismo, esta vez me vi sorprendida desde la primera frase: “La televisión es una creadora de la realidad, es decir, para millones de personas su visión del mundo es la que ofrece la pantalla”.

No es algo nuevo, pero el tono de sus palabras me trasladó de inmediato al debate histórico sobre el perspectivismo  planteado por Leibniz.

La reproducción encasillada en cuadriláteros de no sé cuántas pulgadas viene a ser como las sombras del mito de la caverna: nuestra única referencia de lo que ocurre en aquellos países que decoran mapas  junto a España.



Si soy sincera, no simpatizo al cien por cien con esta idea, pues el mundo de cada uno lo configuran multitud de factores de los que apenas tengo conocimiento.

 Sin embargo, bastó el ejemplo del atentado contra las torres gemelas para poner en jaque tal afirmación. ¿Estuvimos allí para verlo? Dos aviones. Dos enormes edificios deshaciéndose en el humo. Bomberos llorando como críos y un sinfín de personas arrojándose por los balcones es, más o menos, lo que recordamos todos. Pensar en ello asusta. Pensar que la imagen que de la inmigración se tenga en España pueda depender del gusto, subjetividad, ánimo o tiempo de alguien tan humano como nosotros, asusta bastante. Aunque, en un principio, no debiera ser algo negativo.

El problema llega cuando esa modificación de la realidad no sigue unos criterios de profesionalidad. Peor aún, cuando lo que se pretende no es informar, sino “aturdir”.

“Los informativos comerciales se han convertido más que en un modo de conocer el mundo, en una especie de aturdimiento que pretende enganchar a la audiencia en la pantalla”, dice Calleja.

Y vale que Internet también actúe de sincronizador de la realidad, pero la televisión sigue siendo la forma más recurrente de estar en el mundo. Por eso mismo se habla de una “hiperrealidad” y por eso mismo ese fenómeno que es la frivolización de contenidos preocupa tanto.

Preocupa, por ejemplo, que a día de hoy aún no hayamos encontrado el relato adecuado para un tema tan serio como la violencia de género y que arranquemos con esa frase tan fría que habla de “un nuevo caso de”. Debemos cuidar las palabras, criarlas en nuestra propia cosecha, no tomarlas prestadas. Mantener vivo el espíritu crítico.

Víctor Klemperer, filólogo alemán de origen judío, analizó en su obra el vocabulario empleado por los nazis. Una palabra como fanático,  cuya connotación era positiva en origen, llegó  a convertirse en un término peyorativo debido al uso que de ella se hizo. A día de hoy eso sucede con casi todo el lenguaje político: progresista, moderado, independentista, nacional, conservador, etc.



“En el caso del terrorismo también hemos tardado lo nuestro en hacer un buen relato”, continúa José María Calleja.

Es complicado. Determinadas construcciones solo pueden ser obras de arquitectos experimentados, y los atentados implican demasiado trabajo. Para empezar, este tipo de hechos buscan hacer propaganda, salir en los medios de masas de forma gratuita. En el ejemplo de las torres gemelas el mismo Matías Prats permanecía perplejo, conmovido al contar lo que estaba sucediendo. Habían logrado su objetivo. Al no haber espacio entre los hechos y su relato, el propio informador cae en manos de lo que está viendo. Las imágenes mandan.

En tal ocasión la magnitud del acontecimiento no daba opciones a planteamientos previos, si bien el “está pasando, se lo estamos contando” parece hacerse hueco en nuestras agendas.
Desgraciadamente la tendencia, según responde Calleja, apunta a que esta frivolización se quede. Las televisiones privadas se rigen por un criterio de audiencias y las públicas tienen la contrapartida de un alto grado de manipulación en sus contenidos.

Luego viene el eterno debate de la culpa ¿audiencias o cadenas? Hay quien argumenta que debemos crear contenidos en base al perfil del consumidor, pero cuando se ofrece una buena programación la gente también lo agradece.


Nuestra obligación  es contar lo que pasa, mostrar nuestro compromiso con la libertad de información y aproximarnos, en la medida de lo posible, a la verdad de cada uno. No hay fórmulas seguras, solo personas que tratan de hacer bien su trabajo. Las veintiocho letras de nuestro alfabeto tienen el enorme poder de construir o destruir. Yo me comprometo a construir ¿ y ustedes? 

Málaga a 15 de marzo de 2014 Teresa Velasco Castillo

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