Bienvenida

La vida es irónica:
Se necesita TRISTEZA para conocer la FELICIDAD, RUIDO para apreciar el SILENCIO y AUSENCIA para valorar la presencia

Etiquetas

Arte (1) Concursos (1) Entrevistas (8) Eventos (17) Libros (15) Periodismo (44) Poemas (111) Reflexiones (77) Relatos (5)

lunes, 20 de febrero de 2017

CARTA AL HOMBRE DE MI VIDA



De todos los hombres de mi vida -y en ellos cabe también Miguel Hernández, Baudelaire, Richard Bach o Rafael Alberti- , solo la prolongación eterna de los padres lleva a la vehemencia expresiva de mis pasos.
Zurich Maratón de Sevilla 2017 no habría sido posible sin la admiración que en mi despierta un poeta tan barroco como Góngora o Quevedo, tan puro como  Jaime Sabines, tan desenfrenadamente inconstante y tozudo como el gran Salvador Velasco y su inconsciencia poética. Y hablo de inconsciencia porque, como Neruda, tiene el vicio capital de los poetas, ese vicio romántico que esconde en respuestas cortas.
Y hay que ser, como decía Emil Cioran, de un temple excepcional para dejarse devorar por el dolor… en silencio. Ese es mi padre. Para el que no lo conozca él es el Blue Ray de los príncipes azules, la sangre en el camino de los pobres, sol en el verso, soneto en los gestos del alba que asoma por el décimo kilómetro de mi alma.
Mi padre fue mi manager. Un hombre hacia dentro, enmudecido. Él mismo a solas con aquello que sea que sucede dentro de su ser. Y, en medio de todo ello, una voz que incita a seguir luchando en este espantoso espectáculo bélico que es la vida.
Él me empuja a golpes de calor cuando mis manos están frías y las suyas aún conservan algo de humano. Me tira con guitas y cuerdas invisibles cuando ni siquiera puede verme. Me clava en la garganta anzuelos y me oprime contra la nada cuando en sus brazos no consigo el consuelo de niña mimada que fui.
Él me altera la lengua y me pone los pies en el origen. Una pena suya pesa más que todas las desdichas que me quepan ¿no veis acaso su alegría en mi impaciencia, su lunar en el lunar de mi costado? ¿No parecen sus ojos  mis párpados, su angustia mi carne desgarrada?

Hay y habrá muchos hombres en mi vida. Como un castigo infinito, como lluviosas penas, como parte irrevocable del camino que lleva al kilómetro 42. Solo él será epitafio de mi piel ya vieja. Verdaderamente serio y eterno por dentro. Heredé la fortuna de no contar mis problemas.

PD. No creo que pueda compensar nunca lo que te debo

Teresa Velasco Castillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario