Si hubiera sabido que hoy iba a morir
Me habría detenido a oír el discurso del agua,
A entregar al
empedrado mis manos sin medida,
Y degustar cada silencio de los perros cuando ladran
Si hubiera sabido mirar las cosas más de cerca
Habría huido al monte
A contemplar las nubes
desprenderse de su escarcha
Y tal vez, mientras
la noche empieza a calar nuestra simiente,
Comprendiese al fin la moraleja con que escriben sus cuentos
los ruiseñores.
De haber sabido que hoy moriría no abandonaría tan
desinteresada tarea
de sesgar los tallos de las flores cuyas cortezas la lluvia ha levantado,
y sembrar la obra cuya alma se abra a las estaciones
una vez mi tiempo haya pasado.
Si escribiese un
poema al azar, aún con la esperanza de sorprenderme,
No sabría ritmar sus vuelos ni hacer rima de su cuerpo
arado,
Fósiles de una arqueología reciente,
para la que no queda espacio en mis manos,
prolongada infancia encarcelada en las ideas
Como un modo imaginado de besarte.
Sencillos gestos sostenidos en olores
A estiércol, a invierno, a humedad, a cientos
De vidas cruzando por tu extendido suelo.
Si hubiera sabido que iba a morir hoy
Marcaría la diferencia de mis días,
Dejaría entre líneas puras las diferencias conmigo misma,
Y haría del alma frágil que asoma al cisma de la mañana
El primer y último verso de esta humilde poesía. Teresa Velasco Castillo 10/07/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario