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domingo, 22 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD DE LOS OTROS



Parece, según cifras estadísticas, que el diseñador de la campaña publicitaria para el sorteo extraordinario ha acertado de pleno. Sin duda, la imagen que proyecta es tan poco creíble como el hecho de que te toque la lotería. Después de un año de guerra contra la bolsa, engrosando las colas del paro o batallando el precio de la salud, la luz llega débil y  apagada  de su largo viaje. Y un 11% más cara.

Tanto es así, que las más pequeñas llamas no alcanzan en modo alguno a calentar y quedan tímidas en su polvo lejano observando celosas el enorme árbol de la lotería. Igual sucede en los centros comerciales, donde se mira, se toca, pero no se compra. Eso sí, al menos se está más calentito que en las calles. Que  pretendan vendernos la moto después de quitarnos la casa es tan digno de ser parodiado como la estampa de Raphael cantando villancicos.

Resulta  llamativo que un anuncio destinado a las masas sea la única película de ciencia ficción asequible para los españoles. Y es que el precio de la gran pantalla acumula ya un incremento del 48%. Atrás quedan los cines de verano donde tantos perdieron su niñez. Bajo el horizonte tachonado quedan a medio construir el plan de pensiones, la escuela y los valores ciudadanos. Verdades disfrazadas por “las mejores voces de España”, sin duda. Y por el debate soberanista.

Este año la interpretación es impecable y todos los actores cuentan con la suerte de poder lucir una hermosa cabellera. El “calvo” que tantos sorteos ha bendecido estropeaba el paisaje tanto o más que los mendigos, “gorrillas”, o vendedores ambulantes en los semáforos de Madrid.




La evolución del marketing es pasmosa. Lástima que no pueda decirse lo mismo de la estructura en sociedades postindustriales como, se supone, la nuestra. Que el premio se haya distribuido más que en loterías pasadas, no quita que persista una marcada desigualdad social.

 Tal vez ahí resida el acierto de Pablo Berger, pues la sombra que dibuja el gran árbol no es más que esa base de aspirantes que sustentan al gordo en la cima. 

(Teresa Velasco Castillo)

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