Seguro que más de uno creció corriendo. Yo sigo aprendiendo algo nuevo cada día de este arte de enhebrar zancadas.
Corriendo aprendí que es cierto aquello
De que Dios da la razón a la constancia
Que el “ser-ante-los-ojos” es mirarse
En el tiempo entre la meta y la nostalgia
Corriendo aprendí a enhebrar los pasos
Con la virtud que me ocupa el ser-contigo
A subrayar con mis versos los caminos
Que desangran su mapa en el ocaso
Corriendo me pronuncio en voz presente
Y ahuyento, a veces, el monstruo de los años.
Ser-corriendo es un disfraz largo de mangas
Que acostumbro a ponerme cada invierno
Porque así, corriendo, me desvelo
En un sordo dolor de verbo hiriente
En los tropiezos que encallecen los talones
En los retos que se fraguan con el alma
Corriendo aprendí filosofía del movimiento
Cursivas de cemento, renglones torcidos
Amigos que dan causa a las fisuras
Entre secuencias de quietud y soledad
Y solo así, corriendo, soy libre
De hacerme en el oficio que entrelaza
Al escultor de sueños, al pintor de infancia
Y al poeta cuyos pies el suelo nunca alcanza.
Teresa Velasco Castillo
Es muy dulce y sereno. Me gusta
ResponderEliminarSuerte encontrarte en el bus y que me refieras este rincón al que acudiré de vez en cuando. Adelante con tus zancadas!!
ResponderEliminar