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sábado, 2 de enero de 2016

Universos paralelos II: Lucas y Braulio

De nuevo un intento por perfeccionar la técnica en la redacción de relatos. Dije que subiría una historia semanal y ya me he adelantado, pero no se acostumbren que ya mismo vuelven las responsabilidades y comienzo a eludir mis compromisos como escritora. 



 Lucas y Braulio

Durante los últimos días de clase, los chavales parecían ausentes, con la mirada empañada de azul oscuro y fija en los planes de Nochevieja. Los más previsores ya tenían entradas para un local desde hacía meses, los más descuidados se conformaban con deambular por las calles serpenteantes de Málaga.

Era invierno y el sendero de vuelta a casa era oscuro y húmedo, cubierto por unas hileras de árboles rojizos que se hacían más pequeños conforme Braulio y Lucas alzaban la mirada hacia el fondo.
-          - Estas navidades me voy a hinchar de comer y dormir – dijo Lucas, el menor de los dos hermanos.
-          - Comer no sé, pero de beber no voy a parar hasta amortizar los 40 euros que me costó la entrada a la Sala Gold.

Los dos jóvenes dejaron caer al unísono las pesadas mochilas al entrar en casa y corrieron a la cocina a devorar la compra de casi un mes. Sus padres no llegaban hasta la tarde, después de trabajar, así que ambos se echaron a dormir la siesta tras saciar su apetito.

Lucas empezó a soñar enseguida. En el primero de sus sueños discutía larga y encarnizadamente con su hermano, pero no lograba saber el porqué de aquella disputa. Su mente repetía reiteradamente una escena de tensión en la que Braulio acusaba a su hermano de algo y Lucas levantaba las manos en señal de inocencia.

De pronto, como sucede en casi todas las pesadillas que tendemos a recordar, el escenario cambió por completo tornándose oscuro e incomprensiblemente familiar.  Lucas aparecía en un estudio rodeado de libros que habían estado trabajando los últimos meses en clase. Entonces su hermano llegaba y le destrozaba todos sus trabajos cuidadosamente elaborados, mientras él permanecía en una esquina con la mirada fija en un reloj de cocina que siempre marcaba las ocho en punto.

Después de un rato incalculable con los ojos como platos,  la pared pasó de gris a blanco roto haciendo que el contorno del reloj pareciese recortado sobre el color blanquecino que lo rodeaba.

 Al darse la vuelta, el paisaje cambió radicalmente de aires, convirtiéndose esta vez en un puente colgante sin principio ni fin. Su hermano le agarraba fuertemente del cuello tratando de lanzarle por el borde del puente, hincándole las uñas hacia el interior de la clavícula.

 Lucas reaccionó y sin saber cómo ni cuándo clavó un cuchillo en el costado de Braulio. Una, dos, tres, y hasta cuatro veces apuñaló a su hermano mayor y solo al ver la muerte en sus ojos grises despertó.

Se desperezó durante unos minutos en que su mente comenzó a hacer borrón y cuenta nueva. Cuando llegó a la cocina, sus padres le esperaban para desayunar, pero Braulio no estaba.

-          - Buenos días. ¿Qué tal has dormido? –preguntó  su madre.
-          - Bien, he soñado y todo, estaba muy cansado. ¿Braulio aún no se ha despertado?
-          - ¿Braulio? ¿A quién te refieres?


Lucas abrió su boca de asombro, pero se controló antes de preguntar, al ver que Braulio no aparecía en ningún portafotos de la casa. Fue solo entonces  cuando comprendió que había matado a su hermano mayor. 





Teresa Velasco Castillo

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