El
Síncope
Siete en punto. Agosto. Amanece Málaga. Los kebabs y
McDonald’s ocupan sus recintos
con el gentío que viene de vuelta. Las calles, pegajosas de licores, se
permiten descansar por unas horas antes de que el barrendero acabe su café de
la mañana.
Pocos placeres pueden permitirse los empleados de Limasa
en tiempos de feria, en provincias como Málaga. El bocadillo de jamón es uno de
ellos y Paco lo sabe bien.
Apoyado sobre la barra devora con apetito el pan cateto
mientras una muchacha le observa. Ella jamás se permitiría gozar tal manjar.De
pronto, sus ojos se encuentran. La joven da un respingo, asiente y, bajo la
atenta mirada de su patología,
sigue huyendo de fantasmas.
Quien entienda de pisadas vería que se trata de una
pronadora con andares diligentes y bajo peso.
Tal vez un médico reconociese mejor las ojeras que recorren su rostro. Paco,
en cambio, carece de juicios para saber por qué la joven camina en ayunas. Ella, por su parte lo
ve claro. Tiene un plan. Calculado, eficiente, sistemático. Sus articulaciones
doblan con un objetivo: llegar andando hasta Carranque.
Una y otra vez endereza el paso, al paso que reafirma su
postura. Se siente fuerte y lo afirma en susurros. Como un toro que desafía la muerte.Vacuno
mutilado de astas que,a ojos de la verdad, no aguanta ni
tres puyazos.
Una y otra vez endereza el paso, pero poco queda ya de la
niña que fue hace dos años, cuando Enrique López Cuenca, director de la
Federación de Atletismo, la nombraba por megáfono cada vez que doblaba en la
pista.
Lunes. Once en punto. Málaga. Un sol llameante ilumina la
feria del centro.La joven sale de la piscina cubierta tambaleándose como un
boxeador al que acaban de hacer un gancho. Poco después no recuerda nada. Observa,semiinconsciente aún, a su padre y
escucha de fondo una ambulancia. El sol la ciega.
Doce y media. Paseo marítimo Antonio Machado. Movimiento.
Bicicletas. Niños. Sombrillas. Señoras. Justo en frente, en el Parque San Antonio, un suceso entre
tantos. Un hecho susceptible de noticia de no ser por la insignificancia de su
protagonista.
Una decena de puntos, trescientos gramos menos y una temible confusión quedan como
resultado. Eso, la firma del doctor y un parte que ratifica el síncope como
diagnóstico.
Realizado por: Teresa Velasco Castillo.
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