Se engrosen o no las cifras, es evidente que la pasión por
el “running” ha ido increscendo en los últimos años y, en su 39 edición por las
calles más céntricas de Málaga, la carrera del Corte Inglés reunió ayer a cerca
de 20.000 corredores de todas las edades.
Ahora bien, calzar las deportivas un día al año no te hace
corredor, ni mucho menos atleta, igual que escribir un libro no significa ser
escritor, ¿o sí? ¿qué requisitos cumple un corredor para ser considerado como
tal en su esencia? ¿existe un manual relativo que recoja los pasos a seguir
para convertirse en atleta?
Es probable, pero la respuesta es más simple que todo eso.
Se trata de algo contundente, una idea comparable al texto de Rilke con el que
despejaba mis dudas camino de otro lunes, mientras leía la reflexión de Daniel
Moscugat acerca de ser o no ser poeta:
<< Entre en sí mismo. Investigue el fundamento de lo que usted llama escribir, compruebe si está enraizado en lo más profundo de su corazón; confiésese a sí mismo si se moriría irremisiblemente en el caso de que se le impidiera escribir.>>
En otras
palabras, si usted muere un poco cada vez que no corre, entonces, tenga por
seguro que es un atleta. Si alguna vez, de reojo, ha mirado con miedo su talón
dolorido. Si con cada zancada siente que disipa sus fantasmas. Si el reloj es
su refugio y su enemigo. Entonces, amigo, está perdido, porque no hay
intervalos ni avisos de la boca al corazón y viceversa.
Confieso, más
para mi que para el resto, mis ansias de “eterno limitado” y alabo las formas
numéricas del desorden de los pasos. La corriente del tiempo, cuando corres, se
estrecha más hacia el minuto presente y usted lo sabe, amigo, si hubo un
momento en que dijo “quiero ser atleta” o lo que es más grave “quiero acabar un
maratón”.
Así se fue
tejiendo un sentimiento inefable que sostiene estas dos piernas que cruzan un
año más la meta. Una prueba como un vaso de agua dulce, que fue mi reto, mi
maratón y mi horizonte más virgen.
Una carrera
popular que junta los grandes vidrios de la solidaridad y la superación. Porque
hoy somos 20.000 los que pisamos fuerte sobre el vientre de las calles para
hacer sonar nuestro himno de compás improvisado. Somos un tiro en el alma de
las banderas que no nos representan, frente a la mar de mi tierra otro octubre
de verano.
Teresa Velasco Castillo
Que grande eres Tere , como atleta como escritora y sobre todo como persona, eres excepcional! Enhorabuena por esa reflexión, por tus palabras, tus sentimientos , tu pasión...
ResponderEliminarGracias Maicu. Tú sabes que para mi eres un referente y una gran amiga
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